domingo, 27 de septiembre de 2009

ZOOLOGÍA BICÉFALA. RINOCERONTE (IV)


Dejemos en aquella esquina el duro expediente. Mañana hablaremos de nuevos signos y cifras. El cuerno, la inversión y el unicornio. Hoy habla La Rabia y la Rabia dice:

El abuelo leía a la abuela panfletos y periódicos revolucionarios que decían que la tierra era para el que la trabaja. Mujer, esas tierras son nuestras. Nosotros las trabajamos al menos hasta donde alcanza la vista, si no más. En la Guerra, desnudo y sin blindaje, ajeno al mauser y a la metralleta, a más de doscientos kilómetros del tiznao más cercano, el abuelo fue señalado con el dedo y el pelotón llamó a su casa y pronunció su nombre. Pero la muerte frustró su ímpetu. A este hombre no le toca nadie - dijo el Amo. Y el abuelo salvó la vida. El Amo certificó su bonhomía y acorazó su debilitado cuerpo, sus manos campesinas, su sexo destinado a fecundar a la hembra y llenar el campo de nuevos brazos. Así blindado por la fuerza telúrica de la Voz de su Amo, las protecciones que lo salvaron de la zanja se convirtieron en él en miedo que perduraría al menos diez generaciones.

El abuelo no volvió a decir a su mujer que aquella tierra sería suya. Olvidó y bebió. Fornicaron en la guerra para que se parieran nuevas almas de soldadesca. El abuelo se hizo peón y albañil, agujereó la tierra para plantar cimientos duros de compleja estructura férrea, líneas de metal que se cruzaban y se llenaban de arena, piedras, cemento. Nunca entendió el arte de la arquitectura porque hacía mucho frío en la meseta. Luego el abuelo dijo: Mujer, nos vamos a ir al Perú. Allí tendrás que aprender a montar a caballo y a disparar la pistola para matar a las serpientes. Pero no fueron más allá de cien kilómetros de su cuna a sembrar sepulturas.

El abuelo sabía de su coraza, la coraza que el Amo le había puesto y que le salvó de quedar enterrado en una cuneta. El abuelo era Rinoceronte humillado por aquello que le devolvió a la vida. No sé si agradeció al Amo la acción. Al fin y al cabo el Señor podría haber dejado que la cosa siguiera su curso. No hacía falta un jornalero más y sobraban muchos lectores de panfletos. El Amo le salvó porque el abuelo era un buen hombre a sus ojos, es decir, obediente y trabajador. Gracias a la coraza del abuelo nacieron nuevos hijos y de estos hijos nuevos rinocerontes más. Yo ocupo un puesto. Yo me salvé de quedar en la fosa común por la palabra potente del Amo ante el pelotón de fusilamiento. Fascinante.

El Rinoceronte de Durero se salvó de alguna matanza salvaje y, gracias a un sultán, un rey y un Papa, pasó a la historia de la pintura y de las ciencias naturales. Doscientos años después, el rinoceronte Clara recorrió Europa con exito de crítica y público. Clara parece que no tenía ya la coraza de guerrero medieval de su antecesor. Vivía en la civilizada europa del XVIII. Clara tuvo una entrevista con Buffon aunque no sabemos de qué hablaron. No se sabe si preguntó alguna vez por el destino del Rinoceronte de Durero que, como la Criatura del Dr Frankesntein, no tiene nombre, sólo mayúscula. Sabemos que Clara perdió el cuerno en Italia y que murió a los veinte años lo que, para un rinoceronte, no está nada mal. Yo también recorro el mundo protegido por mis derechos ciudadanos. No necesito que el blindaje del Amo me salve. Soy como Clara; llevamos el yugo y las cadenas metidas dentro y nos exhibimos como progreso de las clases trabajadoras en el orden de la cultura. ¡Jo!


Imagen: Jan Wandelaar Clara, el rinoceronte 1742 1747

5 comentarios:

Serenus Zeitbloom dijo...

El amo sólo puede serlo a través del esclavo -por eso se/lo salvo.

Buen post.

PÁJARO DE CHINA dijo...

No te abandoné. Tengo cuatro rinocerontes para leer. Besos fieles.

Sex Shop dijo...

Muy buenooooooo!!!!!!!!

Sex Shop dijo...

Muy buenooooooo!!!!!!!!

Sex Shop dijo...

Muy buenooooooo!!!!!!!!