martes, 29 de diciembre de 2009

CARTOGRAFÍA DEL GATITO MARRAMAMIAU ( y 8) CUIDADO

Ser perro amarillo y vigilar en la distancia, ubicado en la media ladera, subiendo y bajando a la cima de la montaña para otear el horizonte, introduciéndose en la selva algunos metros para espantar alimañas. Vigila, perro, en la distancia porque de cerca ya cuidan las madres. Las madres ganan. Los niños tiran piedras a los perros.

Acepto la llaga y la convierto en estigma canino. Me aburre la discusión; me castra la dialéctica. Cuido; vigilo. Me trago el ladrido que sabe a la sangre de un tigre asustado por la tormenta. Ladrido afónico y sangre rebajada en agua y helechos. Dejo que la glaciación lo cubra todo. No se puede querer cuidar y estar sereno. El vigía debe estar alerta día y noche. Por eso se inyecta anfetaminas. Y se cubre de hielo para no enamorarse de señoritas. Las señoritas le distraen porque se burlan de su pelo y le llaman lobo. Perro, no gato. El gatito marramiau se oculta en la fronda.

De lejos me dicen lobo pero soy calígrafo chino que anota en su cuerpo los más mínimos movimientos de los custodiados. Tengo buena letra ulcerada. De lejos soy carcelero. No cuido buscando gratitud porque soy invisible ángel de la guarda. No soy dulce compañía. No. Bien.

De cerca gato - muy de cerca, sólo para iniciados. En lo hondo, tortuga. Mineral bicéfalo que ama la vida y arranca la ropa a la muerte. Sabe mal su túnica. Pero la mastico. No quiero monumento en la plaza. Soy cápsula de bilis negra y una copa de melancolía (veneno de negritud) que me fuerzo a beber. Carbón mineral, basalto. Cuarzo negro. Caja de negro cristal cóncavo con triple cerradura. Oscuridad y abismo contra la muerte. Te odio, mujer pálida de calavera. Espesura de vida selvática y añoranza morbosa de la meseta, la altiplanicie, la nada sin sobresaltos.

Soy frontera y quisiera trazar con mi lengua - que es Escritura - los límites del maravilloso molino que nos desveló el jinete. Soy la montaña azul que cierra Shangri-la. Torno la puerta y soy carcelero. Las madres ya cuidan de cerca. Un negado para la ternura - me dicen. Me extravía la ternura de las cosas. ¿Quién ampara a los ángeles custodios?No quiero amparo; no me gusta que me digan que yo debo ser el que conteste a la pregunta sobre mi mirada. Me aburre mi mirada porque está llena de lugares comunes. Soy el aduanero que custodia el reino y tiene que impedir el contrabando de lugares comunes. Un lugar común: sólo cuidan las madres y lo hacen de cerca. Sorprendo a las bellas señoritas - Fränzis, Marcella... - con un alijo de lugares comunes y me dejo sobornar. Me corrompo en su sonrisa. Siempre ha sido así. El perro se convierte en gatito y la tortuga se ríe (carcajada bicéfala).


Soy el final de la cartografía del gatito marramiau. Se me acaba la piedad en el final de año. Mi bisturí oxidado busca a Lorca en cualquier zanja. Cuido de muertos sin madre. Cuido de desaparecidos porque soy un pobre perro ciego al que extrajeron los ojos las señoritas. Marcella el ojo derecho de un mordisco; Fränzis el izquierdo con su pecho naciente. Ya sólo veo a los desaparecidos. Pero sigo cuidando, de lejos, como invisible ángel custodio.


Imágenes:

Henri Rousseau: Tigre en una tormenta tropical(¡Sorprendido!) 1891
Francisco de Goya:Perro (1820-2)

Vídeo: Nirvana: Lithium

2 comentarios:

PERSÉFONE dijo...

Perro de la guarda que, ciego, se extravía, no nos dejes solas ni de noche ni de día.

Tus ojos no podían tener mejor destino.

Debemos vivir en los colores del Aduanero, escupir a la dama de negro y ser litio. Altamente inflamables, súbitamente explosivos.

En Babilonia la dialéctica nos duerme. A nuestra sala de cine la bautizamos Shangri-La.

El dúo Blogger es conservador. No le hagas caso.

Las putas, básicamente, escuchan la melancolía de los que desaparecen al abandonarlas.

Luis González dijo...

El perro atiende, a media ladera, confundido por muchos con el lobo, sudando entre los riscos de la montaña azul. Me gusta la imagen de la puta como "ser de escucha" (o, más, "ser que escucha la melancolía de otros", o más aún, "ser que escucha la melancolía de los que las abandonan"). Difícil tarea eso del erotismo místico y custodio.

Nos sobre-vemos y sobre-escuchamos.