sábado, 20 de febrero de 2010

Judit (4). El espacio (2)


Visito el Centro de Arte de Burgos y miro las imágenes de Georges Rousse. Penetro - invitado incómodo e incomodado - en los espacios fotográficos que anuncian tiempos- ayer no irremediablemente muertos por el devenir de los materiales (la ruina) o el ansia de los especuladores(la violencia). La resistencia del espacio - una acción política - es grito rebelde de la memoria,sí, pero también de las posibilidades ignotas de habitación allí donde todo parecía perdido y próximo el derrumbe. Rousse, para mostrarnos la verdad de un lugar a punto de negarse, nos engaña porque el espacio es un falso espacio neutro. En realidad ha sido, durante un tiempo, taller del artista que lo ha manipulado y habitado. Además, los colores que se superponen intentan que el ojo tropiece en la simulación, engañando la vista y dejando que el color sobrepuesto nos demuestre una y otra vez que sólo el color es lo importante o que él, como los lapiceros escolares, subrayan lo importante.

Judit también engaña con el color para mostrar la verdad de su causa o la justicia de la rebelión de su pueblo o la grandeza de su Dios. El color de la viuda que se encripta en el negro para romper el deseo se convierte - en la urgencia de la guerra - en el color de la mujer deseable. Judit manipula la tienda de Holofernes - y su mirada de varón - cuando la habita luciendo todos los colores de su época feliz - tiempo que ya no existe realmente porque ella es la viuda. Judit recorre a diario un sendero que se inventa para ir a bañarse a la fuente, generar expectativas y, tras el embobamiento estético en sus curvas corporales del Alto Mando y la Tropa, preparar estratégicamente un camino de fuga tras el crimen, tras la inesperada caída del general como las Torres Gemelas del imperio asirio.

Rousse ocupa espacios, entra en ellos antes de que se produzca el inevitable derrumbe, la voladura controlada, convirtiendo la imagen en juego de resistencia frente a lo inevitable (la precariedad de la arquitectura y la extrema abstracción del especulador). Dignifica la ruina y rompe con la idea de que una ruina es una ruina ---- en la senda ya abierta por los románticos que veían en esos espacios de abandono que (parece) han perdido función y casi se ocultan en la selva, objetos de dignidad y promesa de libertad o maravilla.

Rousse, sabedor de que la suerte está echada y pronto llegara la asolación, filtra el espacio en la bidimensionalidad de la fotografía, bidimensionalidad que se rompe por el trompe d´oeil que genera el uso del color que a veces deforma simetrías o nos introduce en dimensiones ocultas como el alef de Borges.


Todos ocupamos espacios cada día y el arte - en su perfecta inutilidad - nos sirve para pensar sobre ese acto, para crear nuevas estrategias de búsqueda y ser consciente de que a cada paso nos rodean formas, hilos de colores, placas cromáticas que nos deforman - para nuestra ruina o en promesa de liberación - el horizonte. Me gusta ocupar espacios pero sólo lo hago con mi cuerpo, pincel que traza sendas, líneas y geometrías. Envidio a los artistas plásticos. En el vacío cotidiano parece, a veces, que sólo el color es relevante. Al fin y al cabo ¿no es el dios de Judit luz de luz?.

Imágenes: Georges Rousse : Drewen
Georges Rousse: Anciens abattoirs de Casablanca

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