lunes, 5 de abril de 2010

Depredación de vos. Renacimiento Africano

Hegel creyó ver en Napoleón al Espíritu del Mundo montado a caballo por Jena y Fukuyama sentenció el fin de la historia en el hueco dejado por la caída del Muro de Berlín( anticipando con su tesis el boom de la construcción). Entre uno y otro millones han tratado de descubrir la interpretación que dé significado a los tiempos bajo la forma de objeto. Heidegger, sin ir más lejos, encontró un sentido a la loca era tecnocientífica en los zapatos de campesino de Van Gogh. Después se sentó a la puerta de su cabaña y miró el bosque lleno de claros y sendas.

En general el objeto por sí solo nos dice muy poco a los que no hemos tenido la visión si no apoyamos la cosa en el discurso, el catálogo de turno o, siempre, la violencia de la cruz/espada. En esa extrañeza se construye todo el universo del arte y la tecnología artefactual. Sin embargo sabemos que cada persona es un mundo y, de repente, un objeto, textura o color nos habla fijando sus ojos en nuestras pupilas y nos dice:"poesía eres tú" (o lo que sea que soñemos que nos digan las cosas). Desde que me conozco siempre he esperado mensajes cifrados en las cosas que den sentido a mi pobre vida. Sé que poquito puede esperarse del humano animal pero de las cosas....¡uh, creo que todos anhelamos una zarza ardiendo desde que Moisés nos contó lo suyo en lo alto del Sinaí!.

El Monumento al Renacimiento de África en Dakar tiene tantas connotaciones que uno debe que ser insensible para no caer en su aura de colorín y guirlache. No sobran personajes en la tragicomedia. El presidente del país exige parte de los beneficios que se puedan obtener por el artefacto dado que suya fue la idea (¿se imaginan a todos los presidentes del mundo reclamando derechos por la reproducción ya no de sus palabras sino de sus ideas y enloquecidos en el diseño de parques temáticos-disneylandianos?). Luego aparecen los norcoreanos, autores materiales de la obra (Ah, incrédulos, ¿acaso creían que no existía el arte norcoreano?) y los clérigos musulmanes (religión mayoritaria en Senegal) que condenan la desnudez de la muchacha y, a las bravas, la iconolatría. Luego entran por el fondo los teóricos del arte que, sin condenar la estética del "realismo socialista", rechazan la monumental obra por no ajustarse a los cánones de la estética africana, estética ésta que supongo precisa de instituciones, subvenciones y becas para ser creada, desvelada o presentada. Luego hay pobres y un gasto de más de 19 millones de euros y turistas que subirán por esa estatua a contemplar la ciudad y el mar. Y la comparativa con la Estatua de la Libertad neoyorquina.

No sé si se puede decir "renacimiento africano" sin ser considerado un provocador. Son muchos los que opinan que hablar de renacimiento en África es asunto de broma sangrante. La figura de la familia heroica - enseñe ella una teta o no- nos resulta triste. Titular Sagrada familia al conjunto ofendería pero el niño no puede por menos de dejar de recordarme a Jesusito de mi vida.

En esta imagen de la izquierda, en todo caso, creo que se recoge mejor la instantánea de los tiempos. Un taller de reparación destartalado, la colina del Renacimiento y en cielo, sobrevolando en círculo, las rapaces depredadoras. En el pasado los buitres signaban las titánicas fuerzas de la muerte y la destrucción. Ahora sabemos que no son sino pobres aves en peligro de extinción que se acercan a nuestros hogares porque nuestra basura les resulta más cómoda que la salvaje orgía del animal muerto en el campo. Las fuerzas de lo titánico parece que cambiaron de armadura o diversificaron sus inversiones en la Tierra a través de corporaciones más pequeñas. Por lo tanto nada profundo ni sobrehumano da sentido superior al monumento ni, tampoco, la chatarra de los vehículos parece adecuada basamenta metafísica para enraizar a la familia de progreso en la base infraestructural. El objeto artístico, sin hilos de sentido, permanecerá en la cima de la colina esperando convertirse en icono de algo por influjo del azar (cosa difícil).

Sin embargo, en mi existencia limitada, el contraste entre la chatarra - recordé de inmediato a Ballard y su Crash - , el impostadísimo heroismo de la escultura - sólo con sentido en alguna varieté cabaretera - y los buitres que habían perdido su titánica simbología, me llevaron a comprender por un segundo el gracioso idiotismo del mundo que se nos ofrece a los mortales. Decía J.G Ballard que si no existiera la tradición literaria y los escritores de ahora debieran empezar a escribir desde un grado cero de imaginería, sus relatos serían textos parecidos a la ciencia ficción. Tal vez tenga razón, y desde esta imagen de los coches achatarrados, las esculturas monumentales creadas en altos hornos norcoreanos y las rapaces envenenadas por plomo o DDT, pueda construirse una cartografía del futuro que nos espera.
(¿Está permitido reírse?).



Imagen:: Monumento al Renacimiento Africano (Dakar, Senegal). Fuente de la segunda imagen: El País

2 comentarios:

Luna Miguel dijo...

he estado muy cerquita de ir a Africa,

pero




todo se estropeó


ay.


tortu, tout va bien?

Luis González dijo...

Lamento tu fracaso africano aunque supongo que fracasar es una forma muy espiritual de acercarse a África.

La Tortu va (y viene)

Gracias por el saludo.

Besos(africanos).