martes, 17 de abril de 2007

SOBRE NIHILISMO (ACTO PRIMERO)

Recogiendo la propuesta de Viejo Desencantado y Phiblogsopho dedicaremos la semana a apuntar algunas ideas sobre el nihilismo. Lo haré en tres actos con una cita previa y otra final que enlazan con el devenir natural de mi blog . El inicio es previo a la propuesta – casualidad – y tiene que ver con mi anotación del sábado 14 de abril:

"Con tanto sol en la memoria,¿cómo he podido apostar por el sin sentido?"
(Albert Camus)

(ACTO PRIMERO)

En Opera Prima(1980) de Fernando Trueba, Matías, un joven divorciado, se enamora de su aún más joven prima. Así las cosas al intentar consumar la relación en el lecho la eyaculación precoz aparece. Inicialmente Matías responsabiliza a los tiempos modernos de su mal: la civilización tecnocientífica y el pollo ultra- hormonado causa esta vergonzante situación en alguien como él, un joven y viril hombre español. Poco después Matías consulta a su amigo León, postmoderno y experimentado. León le ofrece un remedio infalible: en el momento del lance amoroso se debe pensar en la muerte. En la siguiente escena de cama un Matías pálido que mira al vacío susurra a su pareja: “es horrible, es horrible”. No hay consumación .

Cuando se habla del nihilismo siempre tiendo a pensar en terroristas rusos (ex seminaristas) con los ojos inyectados en sangre o en esta escena de Trueba. Por eso cuando estoy a punto de morirme de miedo me parto de risa. La palabra “nihilismo” me parece tremendamente solemne para ser la máscara de la caída de toda solemnidad. En efecto si lo solemne alude a las ceremonias muy formales y siempre públicas que se realizan de manera periódica – es decir, para los humanos, cuasieternas – el nihilismo es la negación de una ceremonia cultural: la risa que desmonta y anuncia que la cosa ya está vista (y aburre). Se hunde el discurso metafísico como espacio específico: Cae la creencia en realidades, verdades y valores definibles desde aposentos fuera de contexto (transmundanos) y naufraga la proyección o diferido del problema de qué hacemos con nuestra vida en un más allá religioso o histórico.
El kiosco se cierra a través de la explosión: la metafísica impregna desde entonces todo el espacio cultural (desde el arte a la cultura pop, pasando por la literatura y el andamiaje ideológico del sistema). Se abrió el tarro de las esencias y lo sublime se evaporó. La filosofía, quizás, encuentra su redención en la literatura: el juego libre de los conceptos.

El nihilismo es el hueco que dejan las cosas cuando caemos en la tentación de simular la destrucción de los contextos y los dramas pretenden decirse sin los actores del melodrama.

(En el próximo episodio: el nihilismo como nerviosismo de la ironía)

1 comentario:

R. Basar dijo...

Acabo de caer en la cuenta de una -espero- feliz coincidencia: un par de días antes de que apareciese esta entrada suya, colgué en mi propia bitácora un fragmentito en el que también hablaba de huecos y, me parece, tampoco muy lejos de lo que aquí se dice, por lo menos en el fondo de la cuestión. Puede echarle un vistazo, si así lo desea, en este enlace.

Por lo demás una entrada excelente, la suya, mi enhorabuena. Ahora marcho a consultar la continuación.