martes, 19 de enero de 2010

LOVE LAB (1). MOSTRAR A FRINÉ (GÉRÔME, y 3)



Un hombre agradable y tierno
que me cuidara.


Me ha arruinado;
me ha puesto en manos de
la moralidad de la clase media

(My Fair lady)


GALATEA

Yo soy ella (pero no se ilusionen).

Mostrar; mostrar la belleza y el alma que se deja atrapar por ella. Dos amantes sorprendidos por la cámara policial y que, sin embargo, no parecen que hagan nada por evitar su captura. Dejan hacer. Ella se deja llevar - es la consigna - y él (Pigmalión) se inflama en la manipulación de la materia infinitamente pasiva, cera convertible, mármol - mantequilla en el juego de sus dedos o bajo el martillo de la dulzura. Cualquier material puede erizar el ego: la combinatoria abismal de las palabras, la piedra o la florista de extrarradio(en el Pigmalión de Bernard Shaw). También la raza aria o, más modestamente, los reflejos nocturnos de los charcos.Todo es ponerse y llevar un buen ciego (el entusiasmo también vale).

La belleza y la lógica de la pasividad. No hacer, dejarse hacer. Friné se oculta bajo el velo hasta que Hipérides - presa del pánico ante la página en blanco - decide destapar su as de triunfo. La esclava enmascara el rostro y ejecuta asustada las órdenes del maestro de ceremonias de la subasta como si fuera marioneta y, finalmente, consigue ejecutar un cambio de caderas que algunos tildaron de obsceno. Galatea, ahora, piedra en las hábiles manos de Pigmalión, cierra este pequeño triángulo dejando que la cálida carne se humedezca del sudor del mármol.

- ¡Seré idiota! - me digo. ¡Esta idea me meterá en más líos porque es más propia de ángel custodio que de mortal!. Supongo que los amantes de la belleza no aceptarán que la cosa sea tan brutalmente negadora de la acción. ¿Es lo bello siempre pasivo? ¿Es aquello que se deja tocar sin resistencia por la mirada?¿O, en reflejo, lo que nos mete mano sin que sea posible decir el socorrido no?.Me dejo llevar por la idea y subrayo la pasividad que no es inercia sino su ausencia. La inercia supone peso, gravedad, cuerpo masivo que resiste. La pasividad es fluir con las manos del que nos hace suyo en habilidad artesana. Confluir: ella (yo) se deja llevar y esa es la consigna de Friné, la esclava y Galatea. Tanta mística me provoca cierta risa interna pero, juro, que estoy tan serio que me dejo hacer por la idea. Miro su belleza; inspiro el perfume de sus manos en mis formas nacientes, cada vez más hermosas porque él (Pigmalión) así lo quiere. Me siento en sus manos como Venus emergiendo de la espuma.

PIGMALIÓN


La marimacho de la fierecilla - dicen -
se embellece en la simplicidad de la mujer domada (hermosa, por supuesto.
Por eso la más bella es Ofelia: la doma total de la ahogada)


Esculpe Pigmalión a la belleza en escala (¿qué escala?) y luego ruega a la diosa (Afrodita) que vivifique la maravilla mineral. La diosa accede y eleva el sacrificio, dicen, más allá de los límites de la urbe. Galatea vive en la piedra, se despierta humana ("humanizar" ¡ menudo verbo!). ¿Debería insistir en esta ficción que Galatea se despertó hacendosita y con buena fonética, delicada al quitarse los guantes, sublime al levantarse de la silla como la hermana de Gregorio Samsa al final de la Metamorfosis? Se hizo la cama y, en su laboriosidad, dignificó el mercado de esclavos, el campo de exterminio con su orquestina bachiana, el juicio salvaje de los machos con la diadema de laurel. También Pinocho se humanizó al ser un buen hijo sin complejos freudianos ni rebeldías. Limpió la carpintería y se dejó ahogar.

Pigmalión se rinde a la mostración de la belleza, esa belleza que - de nuevo - parece que sucede fuera de contexto y que supera marcos ( y subcomandancias) como Espíritu de la historia que destroza países, fuera o más allá de la injusticia de la Friné entregada al tribunal de los babosos o la púber esclava ante la jauría del mercadeo o, en este caso, al enamoramiento del hacedor, del que nos ha manipulado en cuerpo y alma, matizando los pliegues del glúteo con la misma precisión que Eliza Doolittle dice aquello de la lluvia en España (The rain in Spain stays mainly in the plain!) en My fair lady.

Pigmalion ha querido demostrar el inmenso poder de nuestras alma creadora, ha sido activo picapiedra o esmerado logopeda. La materia se ha dejado hacer bella y la belleza enmarca esa pasividad absoluta del cuerpo y del alma. Me veo en la noche embargado por un deseo: El descanso en la manos de otro, en los colores que nos propone el pintor y en la dramaturgia del cuadro, en el destino que me desloma y golpea en los riñones. ¿Es (sólo) eso la belleza?- gimo en el golpe seco del cincel. Me dejo llevar - esa es la consigna - y soy ente bello, alma bella, virgen preñada por el Verbo.


Sigo encerrado en el laboratorio del amor.


POSDATA:

¿Qué problemas tiene Afrodita con sus representaciones? Sorprende que la diosa más mostrada en la historia del arte primero lance a la jauría del tribunal contra la modelo que reivindica su cuerpo(Friné), origen humano de la inspiración del artista, y luego venda el producto(carnal) en el mercado para, finalmente, rechazar la escultura y vindicar la carne galateica (ella se hizo carne)¿ Y si Venus -Afrodita, la belleza- fuese víctima de la iconoclastia?). No te entiendo, Afrodita. En realidad, a ninguno de tus familiares.


Imágen:

Jean Léon Gérôme: Pigmalión y Galatea (1890)
Vídeo: My fair lady. (Audrey Hepburn y Rex Harrison; dir:George Cukor .1964)

No hay comentarios: