lunes, 25 de enero de 2010

LOVE LAB (2). CUERPO, ARTE (2)


HABLA LA PRUDENCIA
:

Perdonen la obviedad del fotograma y recuerden aquello de que el idiota, cuando el sabio apunta a la luna, se fija en el dedo y no en la luna. Mediten - no piensen - y cuando logren discriminar lo que muestra y lo mostrado, el dedo y la luna si fuera el caso (que no lo es), sigan mi consejo: conviene hacerse el bobo y no dejarse llevar por la fácil tentación de las palabras.

Hagamos como que no entendemos y no pretendamos nombrar lo señalado. Si Kong se nos ofrece en su avatar de turista en la Quinta Avenida, ignoremos que quiere que le digamos el nombre de la cosa que signa con su majestuoso índice. Hablémosle de la maravilla del Empire State Building o que se vaya al MOMA. Démosle una dirección falsa para que se pierda en Brooklyn buscando a Paul Auster. Animémosle, incluso, a retornar a su isla pero nunca le pongamos en la pista del secreto de las palabras. Piensen que si el gran Kong se dejó arrastrar por el misterio de lo que sólo alcanzaba a apuntar, ¿qué no ha de sucedernos a los pobres mortales si intentamos hablar de la cosa? ¿Qué soberbia nos puede llevar a suponer que podemos crear Tratados y Summas de lo que tentó a Kong en la excusa del pequeño cuerpo de Jessica Lange?.

No entremos en el juego de las palabras, no busquemos un relato razonable del motor de fuga y vivamos modestamente. Huyamos del circo y, si la bestia nos coge por la solapa exigiendo respuestas, hagámosle un buen juego de espejos. No digamos nada, mostremos con nuestros deditos nuevas interrogaciones, tratemos que Kong nos vea como hermanos en la confusión y el sinpalabras. Que Kong sentencie. Yo apunto ( y callo):



Busca palabras el gran mono y sólo encuentra nuestras trampas y engaños. Kong quiere saber lo que le pasa, quiere diagnóstico y manual de primeros auxilios porque se ahoga en el fluir del sentimiento. Ritualiza sus síntomas más íntimos en el grito que retumba y en los tremendos golpes que se da en el pecho. Quiere convertir la emoción en las ondas del tambor torácico. Y señala perplejo a la pequeña mujer que gesticula.


HABLA LA MUTACIÓN MONO-HOMBRE:

No siguieron mi consejo y blasfemaron palabras para signar lo que el Rey suavemente señala (evito recordar los términos de su confusión). Por eso no puedo por menos de mutarme en la bestia. Les advertí y aconsejé su silencio prudencial. Yo soy ahora el mismísimo King Kong y exijo significantes, golpes de voz, grafos. No me bastan sus gestos de escándalo y risa floja. ¡He entrado en la Gran Locura de las Palabras! Han torturado a Kong en un juego de espejos porque parece que el destino de los humanos es engañar al rey. No me digan ya amor; no me engañen. Entréguenme ahora todas las palabras que me relatan el alma porque me arde la mano de escritura.

Soy King Kong. Mi cuerpo es su cuerpo y juntos nos convertimos en artistas del body art. ¿Cabe una mutación más completa que la que se ha producido en mi menguado cuerpo? Noto la fuerza de los dedos señalando mis emociones, buscando palabras con torpes movimientos de índice. Dedos signantes. Dedos que agarran aviones y toman posesión de la ciudad, exigiendo silencio en la noche urbana para poder escribir verso y tesis. Nadie calla y todos enuncian en idiomas babélicos. Escuadrillas de aviones portan grandes carteles que muestran el poster central de revistas sólo para hombres ---- ¡cómo si fuera Kong un hombre! Incapacitados todos para comprender que es la infinita emoción que recorre su cuerpo lo que quiere convertir en palabra, le tientan con masturbaciones dalinianas. Necios.

Soy Kong en lo alto del Empire State Building. Un Kong crucificado o sentenciado por la morfina que geringas jigantes inyectan desde el cielo y que no sabe ya dónde ha dejado a la chica. Un Kong que ha olvidado su cara - tiene su mérito olvidarse de Jessica Lange. Como Kong, herido de tedio, contemplo la ciudad de los estúpidos humanos y miro mi dedo. Me acaricio con él la mano y sueño con el fluido de emociones que me rompieron por dentro cuando, en el inicio de esta breve historia, yo recuerdo vagamente que señalaba algo.

Consigo romperme el esternón y me reviento el pecho. Ensangrentado me toco el corazón con mi dedo rojo. Es sólo una víscera que palpita y escupe espuma. Sigo sin encontrar palabras porque lo que quería saber se esconde en lo más íntimo de la nada.



(Postdata: Como quien quiere arreglar la cosa, el Consejo de los Humanos, se avergüenza públicamente de que se creyera durante un tiempo que el mono lo que quería era fornicar con la rubia. Asumiendo el error de apreciación, el Presidente y el Secretario del Consejo se fustigan con látigos de colores. Revisan la historia y corrigen errores de apreciación. Ahora se extiende la idea de que Kong amaba a la bella y que lo buscaba en el centro de su corazón era el amor y su corte de sentimientos. Dicen que rectificar es de sabios. Creo que seguimos sin entender el sentido del dedo del hermano Kong. Ni sabemos porque todo nos llevó a la muerte).



Imagen:
King Kong (1976)
Gustave Courbet El origen del mundo(1866)
Günter Brus: Aktion Selbstverstümmelung (Acción de automutilación), 1965

No hay comentarios: