Acaba, a efectos de balance, el verano. Se mantendrá el calor y las gentes que me rodean celebrarán las fiestas septembrinas a mayor gloria del dios del vino y la danza. Entre todos crearemos la fantasía de que es posible abrir un nuevo sistema con ecuaciones diferentes y reglas semióticas novísimas.
En el funeral de él no habrá una cámara que grabe las oraciones y los ritos para que Juliette Binoche lo observe todo en un televisor súper pequeño que casi cabe en su mano. Él no se lo merece. Hay que ganarse el privilegio. En la economía cósmica no existen derechos.
Yo podría ser él en virtud de alguna ley de sustitución de variables. Aún puedo serlo. Sé que nadie grabaría tampoco mi ceremonia postrera para que la Binoche la viera, llorando, bajo las sábanas. Tampoco me lo merezco. Mi entierro, como el de él, sería absolutamente prescindible en la historia de los entierros (si es que hay eruditos y registradores de estos eventos). Pero yo sé que, de un modo inconsciente y silencioso, algunos me preguntarían cómo te encuentras aunque fuera un cadáver. O quizás sólo dos o cinco o tres o uno. Y la tierra al caer también entonaría en todos los barros y en todas las piedras la misma pregunta básica. Porque el universo se preocupa de sí como demuestran los lobos y las serpientes aullando a la luna y acariciando los caminos.
Él buscaba mujeres de mirada fría y el reflejo del universo en el hielo: el momento en el que la cósmica pregunta (cómo te encuentras) reverbera en la supuesta indiferencia del apático (Kidman o la adolescente niña punk) o del desesperado (Binoche) y les incita a preocuparse por otros saliendo de sí. Nunca lo consiguió. Tal vez sólo puede mostrarse la fuerza del cuidado mientras se atiende a la Binoche en el hospital o se recupera de una frustración amorosa en el viejo caserón. Mostrarse no decirse ni, ay, explicarse pero tampoco mirarse con distancia de cosmógrafo.
Friedrich von Hardenberg, Novalis, escribió hace más de doscientos años:
“No son tesoros lo que ha despertado en mi este extraño deseo. Bien lejos estoy de toda codicia. Lo que anhelo es ver la Flor Azul (….) “El muchacho no veía otra cosa que la Flor Azul, y la estuvo contemplando largo rato con indefinible ternura. Por fin, cuando quiso acercarse a ella, ésta empezó de pronto a moverse y a transmudarse: las hojas brillaban más y más, y se doblaban pegándose al tallo, que iba creciendo; la flor se inclinó hacia él y sobre la abertura de la corola, que formaba como un collar azul, apareció como suspendido en el aire un delicado rostro. El dulce pasmo del muchacho iba creciendo ante aquella transformación; en aquel momento la voz de su madre le despertó.” (Novalis: Enrique Ofteringen).
Dejo a la inteligencia y sensibilidad del lector la cuestión de si el espíritu ha progresado mucho en los últimos doscientos años. En todo caso, ¿cabe incluir en el taxón de los hombres ridículos a nuestro él y su búsqueda de la mujer de mirada fría y al joven Novalis visitando exaltado la tumba de la niña difunta, su amada Sophie? Perdemos exaltación, ganamos ridículos. Quizás eso resuma la historia.
Pero una vez que él ha muerto dejémonos de tangadas. Escuchemos un poco de música y fumémonos el azul del cielo que retorna detrás de gris tormenta. Esta canción (White Bird, de It´a beautiful day, con Mr LaFlamme al frente) siempre me ha recordado el final del verano con sus nostalgias tontas que pueden durar, si uno se empeña, lo menos hasta marzo.
Espero que agosto – mes cruel para él y para mi – se borre con el sortilegio de la canción bombeando la nostalgia de otros veranos. Que el pájaro blanco sea liberado depende de nosotros, depende de algo tan simple como la Escritura:
White bird must fly
Or she will die
Or she will die
Y el pájaro blanco fue liberado por la Flor Azul en el comienzo del mes de septiembre. Ella dejó que volara muy lejos y que se pusiera a salvo de los brujos y los cazadores. El pájaro blanco paró con su pecho el rayo y el hombre de la piscina comprendió finalmente que sólo se ven reflejos dejando que el sudor cálido recorra la espalda en el encuentro y haciendo aparecer en las mejillas los sonrojos.
It´s a beautiful day: White bird
O si tanto buen rollo jipi no les incita y les ponen más los conejos blancos que los pájaros, Grace Slick (Jefferson Airplane) con su White Rabbit nos recomienda aceptar todas las pastillas de los extraños y sospechar de las que nos da mamá. Go ask Alice!
One pill makes you larger, and one pill makes you small
and the ones that mother gives you, don't do anything at all
4 comentarios:
Perfecto, ¡un final posmoderno y melancólico al mismo tiempo! "Perdemos exaltación y sumamos ridículos" (si esta afirmación no es un manifiesto posmoderno, bueno, no sé que es un ídem). Y el romanticismo de Novalis y la flor azul. Y, sobre todo, el Go ask Alice final (estado de sospecha y deseo de un mundo que nos alucine y nos cobije del otro lado del espejo).
Qué catarsis. Qué viaje. Y todo boca abajo sobre el agua.
Chapeau, bicéfala, chapeau.
Perfectos tus comentarios. Una experiencia de autohumillación de un hombre ridículo en el que al final han logrado sobrevivir un pájaro, un conejo, la Flor Azul (bien es verdad que con minúsculas) y, creo, la niña punk más hermosa de la ciudad. Curioso: perviven cosas extremadamente débiles y el personaje más fuerte. Perplejidad. Investigaré el sentido de los posos del café.
El texto ha nacido día a día y sin plan. Por ello, se dan algunas quiebras en el tono general que, quizás, deban ser limadas si decidiera unificar la historia. En el inicio (nunca hay inicio, siempre partimos en medio de las cosas, in media res) quería ser "más ligero" - más "comedia de un hombre ridículo" - y al final han brotado algunas flores azules que, dado el tono inicial, han sido flores de un día. Metafísica debilitada por el tono. Lo de postmoderno es exacto. De hecho pensaba cometártelo como anotación a tus dos anotaciones anteriores.Pero la sintonía me quita las palabras. Joder, compañera, ¿y si fuésemos una misma alma encarnada pluralmente en fechas y circunstancias diversas? ¡Qué vertigo pensarme en la piel de un pájaro bonaerense!
Mil abrazos
(posdata: Esta semana la otra cabeza ha estado adormilada. Comienza a despertar)
Mis dos o tres cabezas dormitan con ganas últimamente. Así que seré breve.
"El momento en el que la cósmica pregunta (cómo te encuentras) reverbera en la supuesta indiferencia del apático o del desesperado y les incita a preocuparse por otros saliendo de sí. Nunca lo consiguió."
El él, la caída en el veneno de la insumisión a sí mismo, está francamente logrado. Se intuye también la consideración ridícula de sus propias exaltaciones antes de que aprendan a nacer. Pero hubo una mórula. Hubo flores azules y pájaros. Hubo una meiosis primera y pareciera que él los asesinara y los resucitara a un tiempo.
Mariel, precisa y con veinte cabezas al menos: "posmoderno y melancólico". Algo agrio y viejo conocido con que poder pelearse. Algo parecido quizás a la muerte.
Buen final para ese chapuzón de verano. Uno sospecha que al regresar al mundo seco, habrá quien vaya preguntando a los él que cómo se encuentran, e irán arrancando pétalos azules.
Un abrazo.
No, no, yo cabeza tengo una nomás, pero dadas las sintonías, joder, es posible que tenga una de pajarito y las dos de la bicéfala. ¡Qué placer! Siempre sospeché que era medio friki-friki ...
Sabés que EL no me parece ridículo. Siento que al sumergirse de cabeza y sin temor en el ridículo es una especie de héroe (el héroe de la tumbona). Lo mismo con la autohumillación. Hay que atreverse a escuchar a Demis y no ahogarse, a soportar el énfasis del Coro Mouskouriko y no arrancarse los ojos y a reencontrarse con la niña punki y salir espiritualmente ileso (recordemos que EL volvería a apostar si no lo fulminara el rayo, que resucitaría, como dice Susú).
Yo diría (atenti que está sonando REM en la radio, navegamos en aguas próximas a Nightswimming) que lo suyo es posmodernismo crítico, sí.
Cómo me gusta (ahora suena Dire Straits) la música de su escritura.
P.S.: ¿La cabeza que empieza a despertar es la sobrina de Tiíto Hobbes? Ay, no ...
Besos tricéfalos.
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