sábado, 9 de enero de 2010

POTSDAMMER PLATZ


"Ya en casa, Kirchner esperaba preocupado a que
le reclutasen con destino al frente y ahogaba el pánico en absenta,
en una proporción, según Erna, de casi un litro diari
o"


Potsdammer Platz
(1914). Gran Guerra. Calle verde absenta. Las formas angulosas intentan penetrar muy masculinamente en el gran círculo que se eleva como altar o escenario de un pep show donde el voyeur se ciega con la mujer de sombrero azul. Sin embargo todo se deforma en el crisol de la velocidad urbana y bélica. Si quitásemos las figuras humanas y sus sombras nos las veríamos con la extraña acuarela de un Kandinsky borracho. Sinfonía verde con acento gris. Pero hay "el hombre" y el cuadro se define como un nuevo Vitruvio, reactualización del modelo de Leonardo. La escala de las proporciones humanas en la época de la hybris, de la desproporción.

Los viajeros salen en estampida de la estación y, caminando por las calles como en sueños, se expanden por el espacio público a la vez que la aceleración se encabrita. Los hombres del cuadro - anónimas cabezas con sombrero, buscones o despistados - esperan la llegada de la mujer lúbrica o el deseo o el valor o el tiempo de guerra que todo lo perdona (dicen) y depura("La guerra iba a traernos grandeza, fortaleza, majestuosidad"- recuerda Jünger). No se desvela el deseo o se hace inalcanzable en las vibrantes calles de absenta y ellas - al menos una- se viste ya como viuda de guerra, patriota de la entrepierna, lado oscuro de la vida cuartelaria. Todo parece que se hunde en la impotencia por efecto de la velocidad y el miedo. ¿Impotencia? ¿Qué es impotencia en 1914? Ernst L.K. quiere retornar a algún otro sitio- ¿los lagos de Moritzburg?¿la isla de Fehmarn? - pero se vive atrapado de la Plaza de Potsdam y pinta un mundo que tiembla como la eyaculación de un moribundo.

¿Temor o alma exaltada por el combate que se avecina? Llegan los hombres a la estación y se topan con las mujeres que se cubren la cabeza - son cocotas, dicen, cabezas sujetas a cuerpos que pueden ser intercambiadas - y, más tarde, se estigmatizarán en la extraña economía erótica en el rostro con velos, según instrucción de la policía que considera que el decoro exige que las lumis representen el papel de viuda de guerra. Angustia, erotismo y muerte. Cuesta cruzar la calle en el asfalto verde que vibra pero todos están como en tránsito, perdiendo la línea que los marca y ancla a un espacio, desdibujándose en sus formas intranquilas con el plumeado tan característico del Kirchner berlinés. Velocidad futurista que, sin embargo, sólo aparentemente es reflejo de los tiempos que corren; en verdad es el alma de Ernst la que tiembla y al acelerarse se distorsiona casi al modo Greco - pero mirando al espectador, como los pecados que Munch predijo para el siglo.

Yo también tiemblo por dentro y por eso me voy con Kirchner a la Potsdammer Platz en 1914. No es que sea un tipo imaginativo sino que, sencillamente, he sido devorado por el cuadro y voy a probar suerte con las lumis. Si es que logro cruzar. Voy borracho de absenta.


Imágenes:

Ernst Ludwig Kirchner: Potsdammer Platz (1914).
Vídeo Alban Berg: Lulú (Adagio)


2 comentarios:

PÁJARO DE CHINA dijo...

No hay una sola línea que no destile belleza. Y no es belleza superficial y gratuita. Es una belleza visual (es como si la imagen se pusiera en movimiento, como ver un film) cargada de ideas y atravesada de intersecciones como saltos mortales, en los que caés de pie (de Kirchner a Kandinsky, de Ernst a El Greco y Munch).

Tenés una enorme enciclopedia detrás pero todo fluye con tanta naturalidad que la enciclopedia se vuelve invisible aunque lo recorra todo. No pesa, no abruma, incita a explorar, ofrece llaves.

Sería hermoso que en los museos colgaran textos así debajo de los cuadros y que estos textos circularan y circularan, sin parar.

Estoy leyendo la saga musicalizada por Joy Division.

Son las cinco de la mañana en Buenos Aires, hora en la que las radios pasan la música que hace que los pies se muevan solos (Sweet Dreams ...). Será que es hora de insomnes o melancólicos, o sencillamente la hora del placer, antes de que asome el sol y las Srta. Nosferatu nos retiremos a nuestros aposentos.

Leerte es uno de mis grandes placeres, de verdad. Afila la punta de las tijeras, pero para que rasguen y vea ese reverso donde se esconde lo que vive para
ayudarnos a vivir.

Un abrazo fuerte.

Luis González dijo...

Gracias!!!

No me creo enciclopedia sino sucedáneo.