lunes, 7 de junio de 2010
LA FÁBULA DE LA LIEBRE Y LA TORTUGA ( y 4)
El Gatito Marramiau, el Perro Amarillo de Marc y la Tortuga Bicéfala recorren su particular desierto nocturno, cerca de la costa, buscando el mar en la inconsciencia. Adelantados unos centenares de metros, Marramiau y el Amarillo, como pinceladas gruesas en el mapa visual de la Tortuga, dialogan y disfrutan de la tormenta que, aún sin aparecer, se siente en los huesos como la gran ausente.
- Me comentaron una vez los galgos - dice el Perro - que en unas célebres carreras a ellos dedicadas, solía presentarse la Liebre en la lejanía. Desde luego su endiablada velocidad incitaba a los más rápidos. Sin embargo, nunca se supo de atleta alguno que lograra alcanzarla. No son pocos los galgos que consideran que la Liebre no es sino espejismo o engaño de humanos. Luz de Luna, reflejo de los propios deseos de correr hasta los límites del corazón. Tal vez en este caso...
- Pudiera ser - contestó Marramiau; desde luego la Tortuga ha intentado ir más allá de su fuerzas en todas las etapas de esta carrera. Hasta diría que hoy la veo como más rápida que en semanas pasadas. Si lográramos frenar nuestros pasos un poquito más ¡ seguro que los tres podríamos ajustar los ritmos!. Sin embargo, en nuestro caso, la Tortuga dice haber caminado junto a la Liebre e, incluso, dialogado con ella sobre variados asuntos. Por lo demás, el pacto del que habla nuestra amiga, ese alcanzar la meta juntos el animal más rápido y el más lento y echar a cara o cruz quién cruza primero la raya, no parece producto de sueño... ¡¡ Hermoso sueño de fraternidad donde los haya!! O, quizás, sí, todo sea engaño. Creo, sin embargo, que no es buena estrategia condenar a nadie.
- ¡Muy considerado te veo con la Liebre! - replicó sarcástico el Perro de Marc. ¿No será que los gatos encontráis de suma utilidad a las liebres porque ellas son objeto del interés culinario de los humanos y, entretenidos, os dejan en paz a vosotros? Sólo en épocas de miseria dicen que nos dan gato por liebre...
- No desconfíes de la rectitud y neutralidad de mis meditaciones por ese coyuntural aprovechamiento gatuno. ¿ No es perfectamente natural que la Liebre saliera corriendo para llegar a la meta? ¿No forma parte de su naturaleza el correr? Creo que si fuera verdad - y no sueño - que nuestra Tortuga hubiera disfrutado en tramos del camino de la experiencia corredora de la Liebre, buen servicio le hubieran hecho. ¡Que aprenda y deje sus tristes perplejidades en el fondo de su memoria!
- No es mal consuelo... Creo que el episodio mercería un diccionario - concluyó el Perro convirtiéndose en mancha amarilla.
Los dos amigos- perro y gato desclasados - se detuvieron en unas rocas que convergían en bucles de sombras. No tuvieron que esperar mucho a la Tortuga porque las consejos liebriescos recibidos la habían convertido en una Tortuga super veloz.... para ser tortuga.
Pensaba la Tortuga que, a pesar de la confusión sufrida al llegar a la meta y comprobar que todo había acabado hacía días (con triunfo de una tal Liebre), el episodio había merecido la pena. Y deseaba nuevas carreras.
En fin, sólo desde un punto de vista lógico la Tortuga puede ganar a la Liebre. Si la Tortuga es además bicéfala y confunde a veces el trayecto porque cada una de las cabezas le incita a ir hacia un lado, entonces la posibilidad lógica no disminuye nada aunque el sentido común nos dice que todo está perdido... No es malo agarrarse a la lógica y la posibilidad -que todos se empeñan en llamar imposible - de que una Tortuga pueda correr con una Liebre y ganar finalmente la carrera. Siempre he pensado que la lógica nos hace libres aunque sea a costa de ser un poquito idiotas.
Y digo esto sentimentalmente hundido en los paisajes de Constable que ha servido de fondo a esta vieja y previsible historia de la Liebre y la Tortuga.
Imagen: John Constable: Old Sarum (1834)
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