lunes, 16 de febrero de 2009
INDIFERENCIA (1). DE LA NATURALEZA Y SU INDIFERENCIA
Se habla de la cruel indiferencia del universo, el doble invertido de la providencia divina y todo su coro de ángeles y arcángeles invisibles. Al parecer la naturaleza no responde a nuestros ruegos sino con capricho poco piadoso: unas veces nos regala bálsamos y otras más roña, más muerte, más ahogo. La proporción abunda ; pero ese orden navega sobre una base poco hojaldrada – más bien puré de castaña cósmica – de extravío, entropía y desmesura. El pensamiento revela formas, orden, norma. Pero no nos engañemos: el pensamiento es el skater de la indiferencia. Un breve consuelo creen algunos(aunque no hay más).
"Yo sentía una cierta sorpresa pero también, y como impresión básica, una indiferencia profunda" (Stanislav Lem, Solaris )
La naturaleza(sive Deus) deja que el niño muera y que el grito de la anciana se convierta en silencio en el bloque de apartamentos. Richard Dawkins en un artículo de hace unos años nos describía cómo algunas especie de insectos colocan sus huevos en el interior de otros animales. El portador es literalmente devorado desde dentro por ese pasajero que nace a la vida. Si analizáramos la existencia con mentalidad ético-policial podríamos decir que huele insistentemente a crimen. Pero esto significaría sólo una antropomorfización / antropomorfinación.
A decir verdad, la indiferencia del cosmos implica que éste no se nos ofrece de suyo como verdadero, bello, o bueno ni bajo la forma de sus opuestos. No hay imperio ni sedición, tiranos ni rebeldes. El quejido (humano) nace de la constación de que nuestros más queridos valores patinan en las cosas mostrando su precariedad. La queja supone una seriedad como de niño cuando se niega a comer porque ha visto en la televisión las escenas del hambre. Es una seriedad impostada y que, a los adultos, nos resulta cómica. Por eso Dawkins nos dice que la pregunta por “el sentido” carece de sentido. Es como preguntar a que huele el silencio o
Before I sink into the big sleep
I want to hear, I want to hear
The scream of the butterfly
(J Morrison:When the music over)
Ahora bien: (me) cabe (esperar) el cambio de juego o tercio. Si percibimos en el mediodía que lo bello, lo bueno y lo verdadero es precisamente eso que se nos ofrece con indiferencia y optamos por amar eso que (nos) pasa (“amor fati”, aceptación, hágase en mí según tu palabra...), en este caso la indiferencia misma, lejos de ser escándalo moral, sería síntoma y hasta signo de la justicia del devenir (que se espera aunque no está). No son pocos los que entienden la justicia precisamente como esa indiferencia en el trato (metafísicamente: los dados marcan siempre en el última tirada muerte, los ricos también lloran, la enfermedad a todos nos alcanza...). No hay podredumbre sino plenitud precisamente por la indiferencia aceptada que nos reubica a todos – y digo reubica porque se supone ahora un cambio en el modo de estar (ethos) - en nuestra bella, buena y verdadera posición cósmica: la graciosa irrelevancia de las formas sobre el fondo de indiferencia.
(Dudo: no sé si es esta la forma filosófica de vida o más bien la religiosa--- sospechando, siempre, si no habrá identidad de ambas y promiscuidad con el mismo arte).
Richard Dawkins:¿Tiene sentido la vida fuera de sí misma?
Investigación y ciencia,, Nº 232, 1996 , pags. 58-63
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