lunes, 17 de agosto de 2009

CONCILIACIÓN. Fin de semana, sábado y domingo.


Me gusta y no me gusta agosto. Desde hace tiempo.

Sigo el consejo de buscar la conciliación entre la ternura y la inteligencia. Me abro al mundo.

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Visito una pequeña ermita cerca del lugar donde pasé mis primeros años. En la entrada puede leerse el horario de misas: el sábado hay, a las 18:30, misa de domingo. Me turbo. ¿Puede hacer Dios que un sábado sea domingo? No lo veo. ¿Para qué instaurar el domingo cristiano si servía el sábado judío? La iglesia católica, por el contrario, sí puede convertir el sábado en domingo. Como se ha vuelto antiesencialista y pragmatista, misa de domingo significa “funciona como misa de domingo”. Ese olvido de las esencias dominicales – además de la desaparición en la ermita de toda la colección de exvotos, brazos de cera y coletas de niña sanada por intercesión del santo que fueron en mi infancia escenario de terror y excitación – me han vuelto ateo en este primer intento de reinstaurar mis lazos de amor con el mundo. Si la iglesia católica se hace relativista quizás yo retorne al dogmatismo cartesiano.

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Me concilio con el mundo. Por eso como. Las gentes comen y comen y en torno a la mesa simulan que hablan para no perder el tranvía que recorre sus tubos digestivos.

He comido: varios pinchos de morcilla, cecina de toro, costilla.

He comido careta asada y paella y bacalao con tomate y pollo de corral y ensaladilla rusa y jamón serrano no especialmente bueno y langostinos con mayonesa y tortilla de patatas (con cebolla) y ensalada con lechuga y tomate.

Y dos manzanas verdes.

Y he bebido. Tres tés rojos tigre. Al menos cinco cervezas (dos calientes).

Y he bebido agua.
En un éxtasis lisérgico en la Sierra de Atapuerca me dejé llenar hace más o menos treinta años de agua líquida y espiritual. Simulaba ser hippie aunque en la ciudad era cuasipunki. Quiero decir, por si no me explico, que me gusta el agua.

Me he tomado dos cafés con leche diagnosticando gripe en todos los que me rodean en los espacios públicos. No me he lavado las manos al salir de los locales. Tampoco he besado camareras.

Me concilio. La sociabilidad no me es extraña. Curo heridas moviendo la mandíbula cerca de otros seres humanos. Ñam, ñam.

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He tratado de ser conciliador y evitar la desesperanza de un universo eternamente bicéfalo. Por eso el fin de semana me he pasado el 50 % del tiempo en el infierno (propio, exclusivo y personal: el diablo cree en la propiedad privada y la libre iniciativa. Uno puede customizar su infierno). Con el 50 % restante me he hecho una jaula de sana indiferencia. En el infierno no conocía a nadie. Hay mucha gente, sí, pero no pillo el careto de ninguno de mis entes de melancolía. No hay ni compatriotas. Hasta los internautas más poéticos están desaparecidos. En el infierno sólo hay un gran boquete en la parte trasera de mi cabeza. Los nervios se mueven como filamentos o banderas rojas, blancas y azules. Queda bonito, sí, pero con el rollo del dolor uno no disfruta.

En el tiempo dedicado a la sana indiferencia he llevado una mantis pegada al parabrisas de mi coche durante más de 10 kilómetros. Parecíamos la reina y su cochero. A la vuelta un golpe de viento provocado por sus alas sirvió para abandonar el coche, ordenándomeel retorno a la cuadra. La reina-mantis me erotiza aunque soy consciente de la diferencia de tamaño y de edad.

En el tiempo dedicado a la sana indiferencia he llegado a la parte en la que Lady Winter es apresada por su cuñado y , cautiva y desarmada, seduce a un teniente puritano que no sólo la libera sino que termina asesinando al duque de Buckingham. Confieso que es la parte de la novela que estaba buscando. Casi rompo con la sana indiferencia. He estado a punto de pedir a Milady que me hiciera todas las guarrerías que se le ocurrieran. Y que luego me matara en plan mantis. Al final ganó la opción de hacer el amor más convencionalmente pero riéndonos un buen rato. Un paréntesis en la sana indiferencia provocado por la muy perversa Milady.



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Me he comprado un libro sobre pintura romántica ( siglo XVIII y XIX). He visto imágenes que, en otra situación, romperían la sana indiferencia. Como estaba de terapia he pasado de entusiasmos. Incluso he relativizado mi antirromanticismo.

Leí a saltos un artículo de García Montero sobre la lectura, la modernidad, la apertura al otro y las cosas tiernas. Se esmera en criticar a esa pandilla de cínicos, relativistas y criptoreaccionarios que más que abrirse al otro se burlan de sus pequeñas repugnancias travestidas de buenas emociones. Como estaba en la sana indiferencia dije: jo!

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He pensado en la posibilidad de volverme tricéfalo como me pedía el pájaro chino de hierro. Luego pensé que si otra cabeza podía ser una pasada tal vez pudiera hacer que cundiera el pánico mutante en mis genes y me convirtiera en trifásico o tridéntico (idéntico tres veces a sí). Me entró tal dolor de cabeza que de la sana indiferencia derivé en el infierno como el médico de cabecera te deriva al de digestivo. En el infierno seguía sin conocer a nadie . Un demonio especialista en colonoscopias trifálicas me dijo que no pasaba nada, que soñar con tener otra cabeza no podía ser considerado falta , al menos en los protocolos del infierno.

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La tortuga hobbesiana ofreciendo como prueba la experiencia del jó, que finde, declara que no hay conciliación posible y que más vale que seamos educados los unos con los otros porque esperar la ternura es, desde luego, opción desesperada.

(Aún así, claro, hagamos como si no fuésemos idiotas, como si pudiéramos amarnos, como si la misa de domingo sólo fuera performance de domingo. Dejemos, oh almas débiles, que Lady Winter, nos arrope a todos)

Imagen: Lana Turner como milady de Winter en la versión cinematográfica de George Sidney, 1948

Mylène Demongeot en la revancha de Milady, 1961

6 comentarios:

@SusVersiva dijo...

Después de tratar de seguirte -claro que con mis bicolores habituales-, tengo mis dudas de que tus genes hayan renunciado a constituir la tríada. En sólo dos cabezas no puede caber todo eso!
Misas de sábado haciendo las veces de las dominicales (fantástico!); las comidas conciliadoras que casi incluyen humanos (cada uno se concilia como puede); los infiernos bien poblados, las indiferencias derrocadas por una mantis minúscula convertida en Lana Turner ("la lana hasta la náusea"). Libros que se parecen a Lana moviéndose sensual. García Montero arrancando sanos "jo!".

Creo que lo he entendido todo: la tortuga anda despacio porque ocupa toda su velocidad en pensar.

(durante el finde yo tb he comido, bebido y sentido dolor; creo que no he tenido tiempo de gran cosa más... o mi cabeza se ha metamorfoseando en tortuga, o la que tienes tú duplicada me la robaste a mí. Algo no cuadra...)

Me encanta tu estilo. De mayor quiero tener dos cabezas ;o)

Abrazos lanudos...

PÁJARO DE CHINA dijo...

Aviso: Leí los dos primeros párrafos y ya se me caen las lágrimas de la risa. Empezaron a caérseme con el comentario de Susú (que tiene esta virtud invariable) y su deseo de tener dos cabezas, de mayor (¡es para comérsela a besos!).

Ahora sigo leyéndote.

PÁJARO DE CHINA dijo...

Aviso II: Advirtiendo lo que se venía, he decidido prepararme un buen té verde en hebras en mi taza amarilla (es lo que acompaña el placer ... bueno, salvo cuando cojo, que se volcaría).

Aviso III: En Buenos Aires "coger" equivale a "follar". Perdón por mi francés.

PÁJARO DE CHINA dijo...

A ver.

Yo no sé si ir a la ermita de tu infancia es la mejor opción turística para abrirse al mundo. Con una performance de domingo ofrecida un sábado, yo también me turbaría. O me masturbaría, frente a toda la concurrencia, para dar la performance paralela. Lo bueno es que eso ha reafirmado tu ateísmo, que es condición esencial para la ternura efectiva (ya sabemos que la otra viene en estampitas y la reparte un ex-nazi elegido vía fumata). Ya hay indicios de una densa vena romántica en el niño excitado por los exvotos, particularmente por las coletas de niña. Ni hablar de la erotización provocada por la mantis en el parabrisas del auto. Eso no es de pragmático hobbesiano. Es de desquiciado de amor - o de sexópata, que es muy buen oficio.

Luego, comer. Las papilas gustativas, la lenta digestión, el apetito de los sentidos. Maravilloso. Pero ... revisando el menú ... ¿no te metiste demasiado? Con toda esa carne nos alcanza y nos sobra para la tercera cabeza.

Tu infierno customizado. Acá ya me duele. Puedo imaginármelo. Sí que el rollo del dolor es duro. Cuando me veo venir el infierno tuneado salgo a caminar. Pero no apunto para la ermita. Me voy de bares. O de librerías. O sin rumbo. Donde no haya exvotos. Y menos donde no haya exvotos porque posiblemente se los han robado.

El paréntesis en la sana indiferencia por obra y gracia de Milady (y de tu apertura a la misma) ha sido lo mejor. Y pensar en guarrerías en plan mantis. Eso ya es pecado según la iglesia performer, o sea que está bueno.

El artículo de García Montero. Sí, jo! ¿No lo habíamos leído antes? ¿No habíamos leído lo mismo escrito en varias partes? ¿No puede ser un poco más original y curtirse a Milady y después contarlo, con lujo de detalles? Convengamos que la visión de la criaturita que lee en la playa deprime un poco ...

La tercera cabeza no puede pertenecer al pasado. Hay que inventársela, lo siento. Hablo como si supiera y soy una cuasi-analfabeta en estas cuestiones. Aprendí que hay que inventársela. Con el cómo ando a tientas. (Pero con la remake y revancha de Milady, las visiones guarras en plan mantis y el jo! vamos perfecto).

Me pregunto si una tercera cabeza es necesaria. Si la escritura no es exactamente tu tercera cabeza.

Y te digo, por si de algo sirve y, de cualquier forma, te lo digo también: pocas cosas en la vida me provocan más placer que leerte.

Así es.

Mi tratamiento psiquiátrico no avanza sin Bicefalina.

Luis González dijo...

Me turban los comentarios casi tanto como me gustan. Me resulta raro contestar a los comentarios porque prefiero visitar vuestros textos y hablar allí desde (en) ellos. Realmente es rara la situación en la que uno espiritualmente vive de lo que comenta por escrito con los lejanos, cuando los lejanos son cercanos y muchas veces los cercanos se alejan --- como cuando uno mira por un catalejo al revés. Pero es lo que hay y lo que hay es siempre más fuerte (y quizás mejor: Amor fati!) que todo eso que fluye de la mente enfermiza en la hora de la escritura. Sin menosprecio de la escritura, por dios, que es vida, camino, ermita y chute.

Matizaciones:

a) La ermita está ubicada cerca del Hospital del Rey (Burgos) y dedicada a un tal San Amaro. Se encuentra en la ruta de los peregrinos a Santiago. Ha sido arreglada por dentro - diría: la han hecho casi protestante. Los exvotos y otros elementos siniestros-erotizantes han sido eliminados porque supongo que daban mal tono o ya no se estilan o, quizás, olían mal. Dos tíos míos fueron curados en la infancia por intercesión del santo y dejaron allí figuritas del cera. A uno le crecieron los pechos como a una mujer - me cuenta mi padre. Al otro, en la posguerra española, le dio un ataque de locura por comer granos de trigo. Todo esto, dice mi padre, es verdad. Y a mi me han roto mis raíces con la política de la iglesia católica de hacer recintos civilizados y limpios en los que el feligrés no pueda depistarse contemplando los pechos en cera de un niño al que le crecieron tetas o un hambriento que encontó en la mísera Castilla un santuario eleusino.

b)Lady Winter. Debo desmentir públicamente que la señora Winter y yo hayamos tenido ningúna acercamiento carnal. De manera incivilizada alguien ha publicado anotaciones privadas y eso puede conducir al error. También debo negar las insinuaciones sobre el sexo con mantis. Ya advertí en el texto que la diferencia de tamaño y, sobre todo, edad, hace imposible un acercamiento.

c)Yo tampoco cojo con tazas de té. Pero es opción no descartable.

d) No comí tanto porque soy un asceta. Probé de todo con moderación epicúrea

e) El infierno es un mal sitio en el que los sabios consejos de Montero sobre la lectura son achicharrados con el primer aliento del diablo. Pero uno acaba viviendo con los infiernos. Y los escribe después de psar por ellos el ácido clínico o impregnarlos de bicefalina.

f) Jo!

PÁJARO DE CHINA dijo...

El catalejo al revés. Sí, eso es escribir en esta "red". Y conectar con otro, esa es la máxima felicidad que puede deparar la escritura, creo yo. Me gusta tu gusto turbado y me turba tu turbación del gusto.

A lo que respondo:

i) Realmente el santo obró maravillas en tus tíos. Asumo que sus transformaciones fueron obra del santo y que no recurrieron al santo para librarse de ellas. Me recuerdan al tío en Amarcord, de Fellini (gritando desde la copa de un árbol: "Voglio un donnaaa!"). Además de niños con tetas, hay muchos hombres que las portan involuntariamente (sobre todo cuando pasan los 40).

ii) La desmentida no hace más que confirmar el acercamiento. ¿Por qué no decir que te transaste a Lady Winter a lo mantis y listo?

iii) Es verdad, es una opción no descartable. Con tazas de té descartables, también, para que no se rompan.

iv) Ay, si habrás tenido tus bacanales dionisíacas para espanto de los estoicos ...

v) Escribir el infierno es la mejor forma de exorcizarse.

Que no me arrojen agua bendita, sino bicefalina.