miércoles, 19 de agosto de 2009
“Las muestras llegaron en paracaídas, en forma de una especie de raqueta con compartimentos cuadrados llenos de un gel especial, llamado aerogel. Esa raqueta fue la que la sonda Stardust desplegó cuando atravesó la cola del cometa, muy cerca del núcleo, el 2 de enero de 2004”
(EL PAÍS, 18 de agosto de 2009 .Hallado en un cometa un ingrediente clave para la vida.La nave 'Stardust' tomó las muestras en el Wild 2 )
Tomo café y fumo un cigarrillo mientras leo la noticia en el periódico. Estoy en un bar modernillo con camarera joven, guapa, fría y gilipollas. Suena música que me gusta pero no reconozco. Mi glicina y otros amigos aminoácidos danzan en el interior de mis células porque al fin se va a reconocer su origen celeste. Simulan viajar en la cola del cometa como niños en una actuación de feria. Yo acompaño a mis aminoácidos. Pillo ficha. La camarera lo confunde con un desvanecimiento. Para no desvelar demasiado pronto el secreto digo:
- Una bajada de tensión. No es nada, cariño.
***
Tener mente es muy cansado. La mente pesa.
Por eso hablamos de espíritu o de alma. Pareciera que nominar así a la cosa mental ( a la res cogitans) nos relaja, convierte el peso en aire liviano.
La conversión de la mente en escritura aumenta su peso en varios gramos. En asuntos de alma un gramo es mucho; sucede como en el amor, donde un granito de arena es la diferencia entre el querer y el no querer suficiente. Lo mismo pasa con algunas drogas.
¿Podríamos decir que la escritura tiende por naturaleza a la obesidad y que sólo una bulimia programada nos permite mantener el tipo?.
Al hablar “conversión” de la mente en escritura quiero decir: no la mera traducción de contenidos mentales en letras y signos u objetos artísticos o útiles de cocina sino la transmutación del órgano entero “mente” en el “artefacto escritura”(y su sombra, el borrado y la tachadura).
Este peso de la mente y la escritura me permite comprender y tener piedad de toda esa tendencia (romántica pero no sólo) que lleva al deslizamiento del estadio estético al religioso. Lo comprendo – sin ironías, lo juro por el santo ermitaño. Yo también siento los embrujos de la conciliación – el en-kai-pan griego (uno y todo) – y me identifico con los animales, el paisaje, las emociones ajenas y los filetes de ternera. Comprendo la locura de Nietzsche cuando se abrazó en Turín a un caballo que estaba siendo golpeado.
Soy un alma sensible. Sobre la mesa tengo un libro de Gershom Scholem.
***
- Débil o fuerte – repetía Milady – ese hombre tiene un destello de piedad en su alma; de ese destello haré yo un incendio que lo devorará (A Dumas: Los tres mosqueteros).
***
Cuando uno tiene dos cabezas el peso de la mente se multiplica por dos (aunque no se es el doble de listo). Cuando uno tiene dos cabezas el deslizamiento hacia la piedad y la religiosidad se hace más difícil porque cada testa se dirige en una dirección. La piedad debe enfrentarse con las duras palabras de Milady de Winter. Y una de las cabezas se ve tentada y se deja arrasar por el incendio que la muy perversa promete.
***
Sin fe.
"No te apures compañero
si me destrozo la boca,
no te apures que es que quiero,
con el filo de esta copa,
borrar la huella de un beso
traicionero que me dio."
"Mozo, sírveme la copa rota,
sírveme que me destroza
esta fiebre de obsesión.
Mozo, sírvame en la copa rota,
quiero sangrar gota a gota
el veneno de su amor."
(La Copa Rota, José Feliciano)
Vídeo: Calamaro, la copa rota
Imagen: Stardust y Michelle Pfeiffer
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8 comentarios:
Ahhhh, sí, morir arrasado en el incendio de Milady por pecar de romántico y no terminar pegándose un tiro bajo el influjo del pragmatismo ...
Bicefalina, es como el final de las películas, decime qué te gusta más:
(i) "Haz de mí lo que quieras. Yo haré lo que quiera contigo, si puedo". Fundido a fuego lento, placer que quema y derrite.
(ii) "Dejo esta carta a mi prole para que no se sientan culpables de mi decisión pero sí se avispen de sus razones: al mundo venimos finalmente para sufrir y si somos inocentes sufrimos el doble. Así que, prole en cuestión, a ponerse el disfraz de lobito y recordar al tío Hobbes". Fundido a negro que en razón de su carácter no puede fundirse ni derretirse. Va de luto y ni siquiera lo disfrutó.
¡En el diálogo con la camarera eras Bogart!
Yo me revuelco en la opción (i), sin dudar. (Calamaro anda por estos días muerto de amorrrrrr).
Besos, bicefalina.
¡ Pobre tío Hobbes, separado de las tórridas noches del fundido a fuego lento! La oferta de elección es tramposa, pájaro oriental del amorrr. "Haz de mí lo que quieras. Yo haré lo que quiera contigo, si puedo" suena a libre mercado, a libre competencia de libidos o artefactos ciegos (¿No dice que no sabe si puede? ¿ Me pides que me entregue al malote de Sade o la perversa Milady sin saber si tengo látigo o solo flor o tengo al menos un cuarto de la inteligencia de la hermosa marcada? Me pide el pájaro fe y entrega al amorrr y sus fantasmas)
Casi que me quedo con (ii) pues hay en ella decisión, razones y consejo. Y en el castillo de tito Hobbes quizás haya una habitación calentita en la que Milady se atenga a razones - ella que sólo se sentía reina entre reinas - y relaje sus miedos y su inteligencia febril y pueda contar sílabas, conversar un rato y, lobita buena, quizás al final dormir al lado de un lobito bueno.
Post: no soy Bogart con la camarera. Soy idiota por mirar su vestido
Hacemos lo que podemos. Y, sin riesgo, no tiene gracia. A mí los trapecistas con redes no me gustan.
Y a vos las lobitas buenas tampoco.
Yo adoro a los Bogart bicéfalos que le miran los vestidos a las camareras. ¿En qué boca tenías el cigarro? (en la romántica, jo)
¡Soy trapecista con red! ¡Una cabeza se arriega y al caer es sostenida por la otra! Ahora mi querido pájaro escupe y grita: ¡Sos patético! y yo, trapecista con red, lamento defraudar sus expectativas.
Sin embargo, en mi mala hostia, creo que el trapecista sin red es otro de sus mitos, que siempre hay red y a veces hay soga y bozal y correa y suspensorio. Y querer red, y fijarse en la red, y llamar a tito Hobbes para construir red, quizás sea mejor que tener bozal o soga o correa y creer que, oh sublime marvilla, que se trabaja sin red como los héroes. Se dice: Dios protege a los niños y los borrachos. Hasta ellos tienen la red divina.
¿Por qué dice que no me gustan las lobitas buenas? ¿me cree capaz de lidiar con Milady si no es con contrato y prometiéndole la reparación estética que borre la marca vergonzosa de su humillación? Amo el pacto tanto como las orquídeas.
Dice que adora a fumador que mira el vestido de la camarera "joven, guapa, fría y gilipollas". Buff, no sé que decir. Repetiré la jugada para analizar clínicamente si la experiencia degrada o enriquece.
Pos: Vos sois la segunda (o tercera o cuarta o primera, elija) cabeza de esta blog. Me divierte más el pie de página que la creación del cuerpo. Los hobbesianos amantes de las orquídeas también nos divertimos (aunque cuidemos las dieta y evitemos fumar más allá de cuatro cigarrillos al día)
La ventaja de las dos cabezas es poder incendiarse como nadie sin, literalmente, perder la cabeza. Sabiendo qué hay y en qué puede deparar.
Defendía hace un par de días la opción del "ya veremos", que viene a ser el 'yo me quemo sin resistencias, pero sólo me creeré el incendio cuando lo decida'. ¿Red? Ummm, no diría... como mucho hilo y aguja con qué recomponerse si toca.
Total, los incendios acostumbran a sacar lo mejor de uno, y con el calor se evapora parte del peso líquido de la mente...
No sé si acabo de visualizar tu transmutación de la mente en el artefacto escritura. ¿Qué queda entonces en su hueco? ¿Signos? ¿Inclinaciones incendiarias?¿Protecciones ignífugas? ¿Hambre bulímica? ¿Se trataría de un vertido complejo de lo que otros llaman 'alma'? Que se cuece con nuevos aromas al cambiarlo de recipiente...
Vuestras notas al pie brillan como los cometas que, sin saberlo, nos poseen para ordenar a nuestros aminoácidos...
Un abrazo
No sé que decir. Las dos cabezas no están conciliadas y, por ello, al hablar antes de la una como red de la otra ironizaba o expresaba un mero deseo de forma (clasicismo), de una sana división del trabajo. Por lo demás, sigo desconfiando de aquellos que creen que viven o hacen sus equilibrios sin red y se lanzan salvajes al juego que toque o que proponga Milady. Así, en los tres mosqueteros, Felton, el frío puritano, acaba siendo el ardiente esbirro de la condesa de Winter. ¿Por qué? Por puritano, porque Milady sabe convertir su religiosidad salvaje (sin red) en voluptuosidad dirigida, manipulada. O dicho de otro modo, el entusiasmo romántico en la escritura (y la vida) para abrir el espacio de lo sublime culmina en esclavitudes si no se arregla con formalidades. Ese es el juego la bicefalia: abre el arca de la "locura" estética pero, en los postres, sugiere una conversación sobre el canon o la medida. O si no te importa la imagen, nos encedemos en el calentamiento con un desconocido (o lo desconocido, lo descomunal, lo que trastorna los sentidos y la razón, lo que nos humedece de placer hasta las meninges)y antes de entrar en la combustión que nos desboca, antes de la gran explosión orgásmica y eyaculadora, pedimos cartas de referencias, hablamos de matrimonio y de la posibilidad reproductiva. Pactamos cuanto nos va a calentar el otro para poder seguir siendo nosotros mismos.
Bien: esto es un rollo, rompe con la inspiración poética y el encantamiento poético. Pero cuando las cosas se van a hacer públicas, cuando la ética o la política van a entrar en juego, estoy por la mesura clásica, los controles hobbesianos, la cabeza calculadora.
Un sin vivir.
O, retomando la imagen que propones (Susana): no saldré de marcha sin olvidar la aguja y el hilo para reponer los fragmentos del incendio (eso, aguja e hilo, es red).
Respecto a la conversión de la mente en escritura alude a una perversión, quizás, de mi carácter que heredo del romanticismo: Novalis hablaba de "romantizar" la vida cotidiana, de potenciar cualitativamente la experiencia del sujeto y de su objeto (o de otro sujeto) en libre juego de la imaginación. Ese romantizar lo interpreto como convertir en escritura. Bueno, pues convertir en escritura significa incrementar el peso del pensamiento porque nos obliga a asumir imágenes, tradiciones, palabras de otros, falsas originalidades... Tratar la vida con la fantasía es placentero pero, como seguro que sabemos los aficionados a los signos, puede, en ocasiones, abrirnos la espita de lo terrible.
O algo así (que con este calor no hay quien piense).
Digo yo: la coda de "que con este calor no hay quien pense" ¿no es un grand finale romántico, impulsivo y sin red?.
Yo lo pondría como final de una serie y conservadora ponencia en un simposio internacional en Estrasburgo, por ejemplo.
Sobre el resto comentaré luego porque con este fresquete porteño tengo congelado hasta el rosquete (que es usualmente con lo que pienso).
Sólo quería saludar, que ya he leído por ahí que mira usted el blog en silencio.
Lo mismo le digo: por aquí, de vez en cuando, también nos pasábamos aunque no decíamos nada.
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