miércoles, 5 de mayo de 2010

PATRÍA, ROBOT Y EMOCIONES . Ángela de la Cruz


Dicen que hay que sentir orgullo de patria para poner freno psicológico-espiritual a los ataques especulativos que se ensañan malignos en la economía española. La respuesta al parado y la crisis es el patriotismo: el orgullo de ser un país del primer mundo, de la liga superior, un AA sin ++ (Standar & Poors) pero AA al fin y a la postre. No somos Grecia - insisten -; ni siquiera Portugal. Nunca más África y no olvidemos que llegamos a América en carabelas y no en pateras (lema).

No sé si me gusta el país y, por lo tanto, mi patriotismo es goma desinflada o lienzo sin soporte. Pero estos tíos saben que si hay que echar una mano estoy siempre dispuesto al trabajo. Soy hijo de la Raza (tengo un diploma infantil que da fe).

Nunca especulé pero asumo la suciedad del común. Quizás no me enriquecí porque nunca pude y el ladrillo constructor de riquezas no se puso a mano. Confieso que pude ser corrupto y mi potencialidad malévola me une solidario a la carcoma que sí lo hizo.

Me esfuerzo por ser patriota y anoto que Ángela de la Cruz ha sido seleccionada finalista para el Premio Turner. Como no conocía su obra (ni su biografía) tengo un motivo para rebuscar. Ángela de la Cruz desmonta el lienzo, deshuesa la tela anulando las muletas del bastidor. Rompe y hace volumen, abulta el tejido en escultura quebrada que cree recordar nació pintura. Leo que este deshuesamiento del lienzo nace de la tristeza tras la muerte de su padre. Por ello, cabe suponer que el tránsito de la superficie al volumen no lo genera el odio sino una suerte de melancolía o hundimiento. Quizás eso da suavidad a su obra (gamberra). Esa sensación base - un hundimiento gamberro - me provoca simpatía.


Me esfuerzo en ser patriota y subrayo la presencia de esta gallega que no vive en España en la final de ese gran circo que es el Premio Turner. Especuladores del mundo, ¡¡huid!!

¡¡ Santiago y cierra España!!
(España sin bastidores, por favor)

***



Oigo que en la estética de los robot tenderá a imponerse la imagen antropomorfica porque así es más fácil la empatía emocional. Así de simples somos. Nos ponen un cacharrito con algo a modo de ojos, cara o nariz y empatizamos, convertimos a la cosa en bicho y al bicho en sujeto moral. El animismo es insuperable.

La simplicidad de nuestras reacciones emocionales como hipótesis ingenieril deja mucho que desear. El sistema emocional humano puede ser simple pero, como la atmósfera o muchos ecosistemas, tremendamente inestable. La confianza se resquebraja por una simple mirada rara. Los que creen en la antropomorfización de los robot deben traer a sus mientes la historia de Olimpia y Nathaniel de Hoffman. El despecho del amante confundido por la apariencia humana de la máquina genera reacciones inesperadas. Un robot humanoide terminaría defraudándonos y la empatía quebrada incita a la tristeza melancólica y la violencia protopunk.

Así (va hoy la reflexión de gratis y llena de espíritu patriota), recomiendo a los ingenieros robóticos de mi país (y sólo a ellos) que busquen diseños abstractos para sus artefactos. Uno no empatiza tanto con un cubo como con una androide siliconada y neumática (Huxley dixit). Pero el cubo no defrauda. Además, el imperio de la abstracción y el conceptualismo en las artes plásticas nos está abriendo la mente para llegar a convivir felices con otras formas. El antropomorfismo-centrismo es un asco. ¡¡Informalismo en la robótica, ya...!!

(Posdata: me busco en la abstracción de mi mismo como artefacto conceptual y, siguiendo la meditación de Kundera, quisiera encontrar el gesto o la metáfora que me distingue. Se pide ayuda. Admito dioses y diosas)


Imágenes: (1)Ángela de la Cruz: Sin título (1999); (2) Ángela de la Cruz: Exposición en el Candem Arts Centre. (3) Robot Humanoide. (4) Aspirador inteligente por 199 euros.

No hay comentarios: