jueves, 27 de mayo de 2010

Sin título (pero con los huesos de fresa)


Decía ayer: Porque, como es sabido, mi alma sólo es soportable cuando está en los huesos.

Y llevé el alma a la pudridera para que la despojara el cuervo de toda la carne y sus redes nerviosas, de la experiencia y su doble, de la memoria y su sombra. Esta maniobra, inaceptable en lo público, se torna legitimable en el mundo de la privacidad más estricta, la que a nadie importa ni decirse puede que moleste a la Justicia ni a las vecinas o compañeros del tajo que, como todo el mundo sabe, se imponen a grandes saltos en la historia.

Se pelan los huesos y, en las alturas del Tibet o en la cercanía del Ganges -Mississippi, mujeres de atributos tradicionales (no confundir con la Venus de Willendorf) muelen tibia y omoplato, cráneo y coxis, y mezclan la polvareda harinosa con aguas de divertida procedencia, creando una papilla que mastican en múltiplo de siete hasta el amanecer del sexto dia. Y el séptimo descansan y se dan al baile, abandonándome como esputo cerca del campo de las fresas.

Soy su papilla - ya sé que no me entienden - y el sol me seca hasta reconvertirme en huesos del alma, alma roja que inhala el perfume de la fresa, su color y textura en la lengua ----- la lengua de la mujer el día de fiesta con aguardiante en las papilas, ganas de burla al macho y un organillo de charanga en la lejanía. Fresas que convierten el alma en impresión fugaz de color (y sólo sería eso si se mantuviera sabia el alma en el campo de las fresas, si no se dejara conducir por el deseo y su esclava, la palabra; si todo quedara arrumbado en el haz de las impresiones inconexas del que hablaba Hume).

Huesos de fresa, me reconstruyo como Golem entre las raíces; me prometo ser sólo osamenta para no volver a caer en la seducción de los ojos de las que bailan y hacen música con las piedras del suelo. Pero todo es inútil. El alma se levanta en esta verbena y se cubre de novísimo tejido nervioso color labios-fresa como el que redacta un poema transvanguardista. Nace en la broma la carne cuando los huesos vibran en un escote, debajo del remolino de la falda, con aguardiente y chiste y burla del macho sin hueso en su serpiente que ya tiembla (confundido el cimbreo con el movimiento del alma).

Cha-cha

..... Y la rueda me llevará a desear, de nuevo, el pudridero
porque..., como es sabido, mi alma sólo es soportable cuando está en los huesos.

Imagen: Venus de Willendorf;




3 comentarios:

RAB dijo...

El deseo y su esclava, la palabra. Qué curioso, siempre he pensado que eran independientes el uno de la otra. El deseo es inarticulado, babeante, no esclavizante. La palabra es lo contrario del deseo, reside en la mente, en la zona donde se pretende impresionar, no donde se pretende amar (en todo caso su pretensión será amar-se), aunque, de todas maneras, tanto deseo conduce evidentemente a la autofagocitación y la autocomsumación. Pero claro, qué sería de uno sin autoconsumirse de vez en cuando :), no habría reciclamiento y la muerte se volvería interminable. Bienvenida, pues, el alma devorada.

Luis González dijo...

No tengo por evidente que el deseo sea inarticulado. Creo que el deseo no es un mero instinto o pulsión (si es que estos pueden ser babeantes e inarticulados) Se dibujan en él líneas de fuerza:accion-racción, represión-tentación, inercia, brillos valorativos - bello, bueno-, tensión entre lo abstracto y lo concreto)y esas líneas se articulan con la palabra (y el lenguaje en general: p.e. el corporal). Podría imaginar el deseo como un gran insecto articulado o como un puente que une dos lugares distantes y que exige, para permanecer, un mínimo juego de fuerzas (el equilibro del tronco o los cables y el acero). El deseo tiene trama, estructura, ingeniería. Por eso no le opongo a la palabra.

Me gusta tu asociación de la palabra con la voluntad de impresionar. Pero no creo que esté muy lejos el deseo que, me parece, no se contenta con amar.

En todo caso mi problema actual, más allá de estas tontunas conceptuales, es encontrar el modo y manera de llegar a los huesos de mi alma (inlcuyendo dejar los deseos en los huesos) y encontrar las encias que me devoren, me conviertan en harina ósea y me escupa en un campo de fresas. Tarea compleja, RAB.

Gracias por la anotación.

RAB dijo...

Sí, es una tarea compleja, porque la poesía en su sitio, y lo concreto en el suyo.