viernes, 27 de febrero de 2009

MALDICIÓN (5) LOS GATOS ANTROPÓFAGOS


“En el periódico que compré en el puerto había un artículo sobre una anciana devorada por sus tres gatos. El suceso había ocurrido en una pequeña ciudad de las afueras de Atenas”

“Pensé en los gatos hambrientos. Imaginé cómo se comían el cerebro de mi verdadero yo, cómo roían su corazón, sorbían su sangre, devoraban su pene. Pude oír cómo, en un lugar remoto, sorbían mis sesos. Tres ágiles gatos rodeaban mi cabeza y sorbían esa sopa espesa. La rasposa punta de su lengua lamía las blandas paredes de mi conciencia. Y a cada lametón, mi conciencia temblaba como la calina e iba flaqueando”


“¿Y dónde está mi auténtico yo?, pensé. “Tu yo real ha sido devorado por los gatos... De ti no ha quedado más que los huesos”


“Lo que me gustaría saber es qué les ha sucedido a esos gatos. Si los han matado por el hecho de comer carne humana. O si les han acariciado la cabeza diciéndoles: ”¡Pobrecillos! Para vosotros también habrá sido espantoso”, y los han absuelto”


LOS GATOS ANTROPÓFAGOS en Sauce ciego, mujer dormida. Haruki Murakami


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Morir, eso a un gato no se le hace.
Porque ¿qué puede hacer un gato
en un piso vacío?.
Subirse por las paredes.
Restregarse contra los muebles.
Nada ha cambiado aquí
pero nada es como antes.
Nada ha cambiado de sitio
pero nada está en su sitio.
Y la luz sigue apagada al anochecer.

Se oyen pasos en la escalera,
pero no los esperados
Una mano deja pescado en el plato
y no es tampoco la de antes.


Algo no empieza
a la hora de siempre.
Algo no sucede
según lo establecido.
Alguien estaba aquí, estaba siempre
y de repente desapareció
y se empeña en no estar.


Se ha buscado ya en los armarios,
se han recorrido los estantes.
Se ha comprobado bajo la alfombra

Incluso se ha roto la veda
de esparcir papeles.
¿Qué más se puede hacer?.
Dormir y esperar.


¡Ay cuando él regrese,
ay, cuando aparezca!
Se enterará de que ésas no son maneras
de tratar a un gato.
Como quien no quiere la cosa

habrá que acercársele

despacito,

sobre unas patitas muy muy ofendidas.
Y de entrada nada de brincos ni maullidos


Un gato en un piso vacío (Wislawa Szymborska)



Ni gatos ni hombres somos justos reos de las maldiciones. Tampoco los cerdos ni la pobre Annabel Lee. La maledicencia viene de lejos, recorre las generaciones como injusticia pasada que gravita en torno a nuevas injusticias.


“Puede llegar un día en que la peste, para desgracia y enseñanza de los hombres, despierte a sus ratas y las mande a morir en una ciudad dichosa”(Camus: La peste)


La indiferencia de las maldiciones que vienen de la boca negra del pasado gana incluso a la precariedad en esta pobre metafísica. Hay cosas, sí, peo ¿ a quién le importa? Sólo nos queda el ronroneo de los gatos, los besos de los niños-amantes o la piedad de los infelices. Nos devoramos, pasamos manchas y maldecimos: tomamos siempre el nombre de Dios en vano. Y a cada lametón, mi conciencia tiembla como la calina y va flaqueando. Por eso no pidan a Bicéfala “nada de brincos ni maullidos”.



POST- TRASH- DATA

Triunfo de las maldiciones: salazón, enterramientos, endulzamientos, vudú, sacrificio de animales.








Purificación del cuerpo: la filosofía nos abre caminos. ¡Apoyémosla!






2 comentarios:

Serenus Zeitbloom dijo...

Le sigo (en la medida en que puedo). ¿le sigo?

Luis González dijo...

Gracias. Yo también me interrogo sobre si me sigo ("realmente").Creo que juego.