miércoles, 20 de mayo de 2009


"Cuando uno es joven se imagina porvenires diversos. Se va haciendo mayor y lo que imagina son pasados posibles. Con los porvenires que ya no van a ser y los pasados que pudieron haber sido algunas veces se inventan novelas, porque la ficción entre otras cosas es una manera virtual de explorar algunos de los caminos que no se tomaron o que muy probablemente no se tomarán... “ (Antonio Muñoz Molina: George de La Tour, en su penumbra, Babelia 911, 9 de mayo de 2009).


Suerte la del ficcionador que lanza al mundo el recuerdo de las vidas que pudieron haber sido. Pero la ficción no está al alcance de todos (ni de un cualquiera). Porque la ficción no es un derecho universal son muchos los que deben enfrentarse a esa ley natural del alma en la soledad de la tristeza.


La tristeza es vehículo de nuestra existencia (quizás no el único, pero ya saben que hablo sólo autobiográficamente). La vida es triste porque deja en las esquinas los jirones del sentido que, sin duda, pudieron haberse encontrado. Hay pérdida, pero no hay olvido ni transmutación ficcional. Eso es triste.


La ficción no borra la tristeza pero abre grietas en la frontera de la soledad en la que nos sumergimos con el paso de los años. La ficción navega las aguas de la tristeza buscando belleza y palabra, puertos francos y tabernas donde los viejos conversadores desenredan sus aparejos de pesca en la muy improbable tarea de hacer digno aquello que pudo haber sido y no fue.

Sólo como fenómeno conversacional tiene la vida sentido.

¡Mi reino por el don de la ficción! ¡Por el derecho a la ficción!


Imagen: Enrico Caruso, I Pagliacci

No! Pagliaccio non son;
se il viso è pallido,
è di vergogna, e smania di vendetta!





2 comentarios:

Atalaya dijo...

Bueno, debo disculparme por comentarte en esta entrada algo que no tiene mucho que ver pero no tienes chat para que las visitas te digan algo! (haces bien, si pones chat olvídate de que la gente siga comentando (aunque poco como en todos los blogs) las entradas).

También debo felicitarte por haber salido (o no) del oscuro mundo de lo inteligible que ultimamente nos estaba haciendo doler al cabeza a los visitantes habituales o esporádicos. ( C'est moi!)


Y ahora una pregunta, ¿alguna vez realizando tu trabajo has actuado? Igual solo me lo parece a mi pero creo que alguna vez has intentando hacer un papel...como el de John Keating...

Por último despedirme aunque no sin cierto resentimiento pues NO me recomendaste ver esa película.

Por si aún no caiste me refiero a "El club de los poetas muertos"
Ponla en clase ;) , ilustrara a más de uno y te ahorrara trabajo

Un saludo desde Ciudad Universitaria (Madrid)

Luis González dijo...

Saludos, camarada:
la respuesta a la cuestión es:¡claro! Una clase es un escenario en el que todos hacemos un papel y en el que en ocasiones tratamos de que ese papel sea divertido, estimulante, provocador.... Sin embargo, también cuando las clases son un plomo los profesores - y los alumnos - están actuando. Piensa en la clase más muermo que recuerdes. Piensa un poco: es imposible llegar a una situación tan espantosa sin "ajustarse" a un papel y hacer un pequeño drama.

Bueno, encantado de oir tu voz y a por ellos.

Gaba, gaba hey!