miércoles, 6 de mayo de 2009

DIÁLOGO CON FLAVIO, AMIGO DE LOS ANIMALES Y HOMBRE PIADOSO QUE PERDONA LA ININTELIGIBILIDAD DE BICÉFALA




- Me acusas, Flavio, de ininteligibilidad. Me supones tesoros que a lo mejor no tengo, caro amigo. A ti me debo y, por ello, recordaré el reproche a la hora de mis ejercicios y meditaciones.

El problema de la ininteligibilidad. UNO. La escritura voluntariamente críptica por una radicalización de la metáfora o por simbolismos de nuevo cuño o por espeluznantes giros conceptuales. Acelerador de partículas-palabras-sílabas. Silabear, deletrear, generar lo inconexo, sellar la boca con lo ininteligible. En definitiva, la ininteligibilidad como presencia comensal de lo crudo. DOS. La circunscripción de la letra a lo personalísimo, aquello que sólo uno(¿quién?) entiende. La escritura opaca como altarcillo para escanciar, de diversos modos, la semilla. La ininteligibilidad como onanismo pseudo-perverso o confesión ante el héroe (Onan). TRES. Si se supone valía al oyente, emerge lo ininteligible por incapacidad del que escribe que oculta su falta de vigor tras la combinatoria oscura de palabras. Lo ininteligible como impotencia.

- En todos los casos, Bicéfala, es la ininteligibilidad delito que merece la muerte de la escritura y el exilio del que conduce la nave. Si no vales, no hagas. Si es sólo tuyo lo que cuentas, cállate (A nadie importa que tú vivas en el mundo). Si pretendes entrar en la creación de nuevos registros, humilla primero la testa y reza públicamente para que se llene el novísimo templo de fieles dispuestos a convertir tu herejía en ortodoxia.
- Hágase. Sea.

Aún así se piensa lo ininteligible. El famoso polígono de mil lados es inteligible para la fábrica de los conceptos (que acepta su apuesta) pero la imaginería sufre con la tarea de su esbozo. Sin embargo ella lo intenta (un dibujo de niño sería la mejor representación imaginativa del polígono de mil lados). Por otra parte, el círculo-cuadrado es ininteligible para el intelecto y la imaginación baila sobre la quiebra racional provocando signos y cifras como de loco ( yeah, balamba buluba balam bambu). A veces metáforas.

El intelecto dibuja la bandera del concepto ininteligible vaciándolo de sentido en eso que se llama los límites del lenguaje. La bandera de lo ininteligible señala campos de minas o pretende simular ejércitos de terracota. El concepto ininteligible se desliza hacia los espacios de la imaginería. A veces, lo ininteligible relatado nos proporciona la esperanza de un sentido que se escapa pero que, en todo caso, está ahí, si no a la mano (gramática y tecnológicamente accesible) si a la vista (estéticamente apropiable como enigma). Lo ininteligible “es difícil”.

- Flavio, ya que acusas, confieso: A veces la vida nos hunde en un pozo tan hondo de angustia que la ininteligibilidad es fármaco de vieja, rezo a santo, vela en la plegaria. Por eso en la presentación de mi vida como en un espejo se nos mostrará frecuentemente lo ininteligible. Tiene que ver con el dolor que se oculta. ¿Me condonarás la deuda de sentido por piedad, amigo del alma?

Justifica esto la tortuga como símbolo. El animal infinitamente dolorido bajo la coraza, todo llaga, tentado a cada paso de ser ya, definitivamente, mineral. Retorno al polvo. Dejar de ser bestia cuando ya no se puede ser dios. La Bicefalia, por su parte, signa la confusión atenta: “Nunca sabrá tu mano derecha lo que está haciendo la izquierda. Gusta ocultarse la solidaridad de la manos”. “No dejes que tu mente derecha piense lo que imagina la izquierda. Se asustaría de sí misma” (etcétera).

- Flavio, decía el Filósofo que aquel que escapa a la sociabilidad es dios o bestia. La inteligibilidad es raíz y síntoma de la sociabilidad. Por eso en nuestra juventud no dejaba de preguntarme si mi verbo era divino o animal. Hoy ya sabes la respuesta: no me desperté ángel sino tortuga. La ininteligibilidad es bestialismo que se civiliza al ser nombrado de una manera precaria; extremadamente precaria. Es eructo, ventosidad, hembra montada en el celo, desgarro de la yugular por efecto del colmillo y sorbo de sangre caliente. La ininteligibilidad es recordatorio de la casa natal o del destino. La presencia de lo crudo, la dificultad del decir.

- La ininteligibilidad, Flavio, nos aleja del espíritu que siempre es comunidad. Repudiados, bestias, nos atrevemos a citar este estigma que en el dolor nos abre la puerta a la esperanza de que quizás las cosas, la vida de uno, cobrará sentido, con ayuda de los amigos piadosos.

Imagen: Man Ray. Modelo reclinada sobre la Carretilla

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