lunes, 11 de mayo de 2009

Discos dedicados ( I ) El Evolucionismo y yo

Se (me) anima a la reflexión sobre el darwinismo desde Waldenland 25. Sea. Deslicémonos en pocos párrafos y en dos jornadas hasta llegar a la visión y al transformismo bicéfalo. Todo ello desde el diletantismo. Y desde la ubicación en una meditación filosófica que muta incesantemente desde el concepto a la lírica.

I

El darwinismo descentraliza de un modo radical – es decir, no sustituye un centro por otro sino que estrangula la idea misma de “centro”- y convierte la realidad en una secuencia en apariencia caótica de rutas evolutivas que no llegan a ninguna Roma. El Darwinismo, es la aniquilación de todo eje (salvo en la percepción zen).


El darwinismo ataca los nervios de los que insisten en Caminos de Plata y Rutas privilegiadas para llegar al Sentido, la Historia o la Catolicidad. O para decir mejor: no es que se nieguen esos caminitos hacia el sentido sino que toda senda queda infiltrada de una precariedad nunca vista ( de pan para hoy y hambre para mañana: de dominio que lleva escrito en su frente el inicio de la decadencia).
El darwinismo crea un orden metafísicamente minimalista: la pluralidad de líneas o hilos anula jerarquías (definitivas) sin negar la legalidad (que se torna más sutil y caprichosa: la misteriosa selección natural ------ ¿tiene sentido el adjetivo?) Se asocia el darwinismo con la idea de la supremacía del más fuerte. Sin embargo esta idea me parece circunstancial e insatisfactoria . Siglo XIX. El evolucionismo cuestiona la propia idea de “fuerza”. La idea de “fortaleza” patina en la red de los real, es decir, no es que se anule – al final alguien gana y alguien pierde (y al primero le llamamos fuerte) - sino que se complejiza porque se hace dependiente del contexto.

La comprensión de cualquier realidad está inseparablemente unida al destino de su contexto ( o medio o ambiente o sistema de relaciones) en el cual encuentra su sitio ---- o, por el contrario, nos revela a esa realidad como algo desfasado, propio de un pasado distinto o de un futuro aún no vigente. Por eso: todo el evolucionismo es un ecologismo. O un holismo.

En fin, en la descentralización gana la pragmática. Todas nuestras peculiaridades se desvelan como herramientas que son validificadas pragmáticamente, en ese contexto de posibilidades y riesgos. Los seres – y las teorías y la creencias y las emociones ( es decir, los tres mundo de Popper en toda su extensión) – conforman grupos de presión inmersos en sus contextos.

Los contextos son capas o mantas conformadas por un entramado de hilos más o menos coloreados, y que tienen que buscar relaciones de equilibrio con otras mantas. El ajuar de lo real arropa un núcleo de realidad al que podemos llamar, provisionalmente, “nada” y que por definición no se deja arropar (como un niño que retira insistentemente la colcha y la sábana). De esa “nada” brotan y se hunden nuevas historia evolutivas, nuevos hilos rojos, negros o azules de pretensiones y centralidades. Un espectáculo para la vista; un drama para la ética dogmática.


Imagen: The Dodo & Given", by G. Edwards (1759)

2 comentarios:

Serenus Zeitbloom dijo...

Muy interesante reflexión.
¿El darwinismo es un postmodernismo?

Gracias por tu contribución y si ha de haber una segunda entrega será, sin duda, esperada y deseada.


Saludos

Luis González dijo...

¿Es el postmodernismo un modernismo evolucionista?