Gregory Crewdson, Untitled (08), 2009
Decirse y desdecirse. Vivir en el hueco que la ( )quietud deja abierto al prefijo (in-) como el que medita en silla de camping sin encontrar ni vía ni óctuple camino ni hostias. La vaga nostalgia de la ( )existencia. No mentir (¡por dios, por quién me tomas!) pero sí decir algo pudiendo decir otra cosa, lo contrario sin ir más lejos, habitando poéticamente en el prefijo que se subarrienda como hueco de la ( )autenticidad.
Escribí en lo anterior: Busco puertas... y las cierro para mejor fantasear lo que no llega, la angustia del otro lado. Sin embargo bien podría decir que nunca realmente he buscado puertas y que da pereza el moverse de aquí para allá desvelando aperturas a otros mundos y posibilidades. La potencialidad, si autoconsciente, desearía en los tiempos que nos ocupan saltarse la sesera por sobredosis de responsabilidad en el llegar a ser. Si alguien me dice todo lo que aún soy en potencia, vomito (o de-vuelvo). A modo signo de un condicionamiento clásico.
En verdad siempre me he encontrado puertas abiertas y, sin levantar voz o cabeza, las cruzo, una tras otra, porque no ponen otra cosa y mi existencia es la TV de mi infancia, canal único e impuesto. Preferiría no hacerlo - el cruzar puertas - pero lo hago con igual desgana. Asumir lo que ponen: ein volk, ein reich, ein führer o la pluralidad epistémica y la potencia sexual de mister Proper. Las puertas que se abren y dicen lo que toca (lo que toca a los 18, a los 28, a los 38, a los 48....) Lo que toca es una puerta y lo que hay al otros lado es... bueno, eso no podría decirlo. Lo que toca es tocarse dice la joven Luna, llena de posibilidades: ¿Quién no se ha tocado el sexo alguna vez para sentir que todavía sigue vivo? Eso es la poesía.Al otro lado de la puerta hay humo que nubla. Y una nueva emisión en carta de ajuste. A la espera, mi comandante. Ese será mi mensaje para las jóvenes generaciones.
Decir y (des)decir y ( )decir para habitar el hueco con mi sillita de camping.
Decirse y desdecirse. Vivir en el hueco que la ( )quietud deja abierto al prefijo (in-) como el que medita en silla de camping sin encontrar ni vía ni óctuple camino ni hostias. La vaga nostalgia de la ( )existencia. No mentir (¡por dios, por quién me tomas!) pero sí decir algo pudiendo decir otra cosa, lo contrario sin ir más lejos, habitando poéticamente en el prefijo que se subarrienda como hueco de la ( )autenticidad.
Escribí en lo anterior: Busco puertas... y las cierro para mejor fantasear lo que no llega, la angustia del otro lado. Sin embargo bien podría decir que nunca realmente he buscado puertas y que da pereza el moverse de aquí para allá desvelando aperturas a otros mundos y posibilidades. La potencialidad, si autoconsciente, desearía en los tiempos que nos ocupan saltarse la sesera por sobredosis de responsabilidad en el llegar a ser. Si alguien me dice todo lo que aún soy en potencia, vomito (o de-vuelvo). A modo signo de un condicionamiento clásico.
Llegar a ser. Mundos posibles, amigos posibles, amores posibles, poemas posibles, summas posibles, patrias posibles. Posible potencial humano. Puerta posible;ventana posible de un vuelo posible.... pereza en las traseras del edificio abandonado por los mentirosos y defraudadores de afectos posibles en los que se desangra el potencial humano. El mío
En verdad siempre me he encontrado puertas abiertas y, sin levantar voz o cabeza, las cruzo, una tras otra, porque no ponen otra cosa y mi existencia es la TV de mi infancia, canal único e impuesto. Preferiría no hacerlo - el cruzar puertas - pero lo hago con igual desgana. Asumir lo que ponen: ein volk, ein reich, ein führer o la pluralidad epistémica y la potencia sexual de mister Proper. Las puertas que se abren y dicen lo que toca (lo que toca a los 18, a los 28, a los 38, a los 48....) Lo que toca es una puerta y lo que hay al otros lado es... bueno, eso no podría decirlo. Lo que toca es tocarse dice la joven Luna, llena de posibilidades: ¿Quién no se ha tocado el sexo alguna vez para sentir que todavía sigue vivo? Eso es la poesía.Al otro lado de la puerta hay humo que nubla. Y una nueva emisión en carta de ajuste. A la espera, mi comandante. Ese será mi mensaje para las jóvenes generaciones.
Decir y (des)decir y ( )decir para habitar el hueco con mi sillita de camping.
3 comentarios:
Definitivamente, me quedo en el hueco como morada provisional. De hueco en hueco, te acompaño en ese viaje hacia la ¿otra orilla?
Hacia la otra decepción, supongo.
La tuya es una de las escrituras más increíbles, por desplazadas e inubicables, que he encontrado nunca en un blog. Es un talento inmenso el tuyo, que imagino habrás dilapidado en vano (quiero decir: no lo habrás puesto a producir en la picadora de carne del mercado literario). No digo esto para halagar tu vanidad: soy un juez literario implacable, un auténtico "martillo de herejes" (?)
Lo cierto es que te tengo una especie de cariño de hermano menor hacia un hermano mayor canalla, desengañado y generoso, y que conoce mundo.
Compartamos la fratria y la perplejidad de los días como un pan amargo para el camino,
salve
Stalker:
agradecer. Arrojarse al suelo y, en posición "hágase en mi", ampliar momentáneamente el hueco con esas palabras que halagan la vanidad pero no sólo. Abrir el hueco para el acompañamiento.
¿Hermano mayor, canalla, desengañado, generoso, dilapidador, decepcionado, desplazado, desubicado? Me desborda la descripción) aunque también sus opuestos sedicentes que redescriben la cosa. La bicefalia adora también en el altar de la ingenuidad, la credibilidad del iluso, la ubicación en la esperanza...el eterno principiante, siempre el hermano benjamín. Me siento atravesado por fuerzas heraclitianas.
Gracias.
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