lunes, 8 de noviembre de 2010

INTERMEDIO DEL SÍ (DEL GATITO SIN CARA) - Asher B. Durand

Campo de Pinos, Montaña del Norte, Catskills, Nueva York
de Asher B. Durand, 1848, grafito sobre papel gris-verde.

No sé por qué me gusta lo que me gusta pero, siguiendo las indicaciones de Baudelaire, me veo ofuscado en la conversión de mi placer en conocimiento. No niego el puntito morboso de este no dejar las cosas como están, gozar de ellas como si fuese un pastor de Arcadia o un marinero borracho en el prostíbulo. Nunca he sido un rimbaud espontáneo. Me callo casi todo(hasta el ahogamiento) . Dolores y placeres se me transforman, al modo gregorio samsa, en perplejidades que me trago. Me retuerzo ... sin esfuerzo...¡scherzo! Soy bastante bobo.

Recorro las salas en las que cuelgan los grabados, dibujos y pinturas de Durand; los mismos espacios en los que hace no mucho disfruté de Friedrich. Los mismos silencios acariciando a las señoritas que miran con pulsión piadosa y libertaria detalles que escapan a expertos. Las que me enamoran en cuestión de segundos y me conducen la mirada hacia esos detalles, santificados por ellas, independizados de ellas, marcando los signos de mi yo abalanzado hacia los trazos, los grandes vacíos que me llevan a las cosas y su ternura. La magia de las artes o el envenenamiento por idiotismo papanatas. No me avergüenzo. O sólo un poco.

Y siento que no son los grandes óleos ni los magníficos grabados los que me atraen a la luz sino los pequeños dibujos a lápiz, los apuntes que parecen borrarse en la sombra del grafito. Sobre todo las ramas, los árboles pelados y como flotando, mejor sin raíces - no me gusta las raíces aunque Durand sí se siente fascinado por ellas.

La rama que aparece en el aire amenazando melancólica con velarse.

Me pasó lo mismo con Friedrich. Y compré postales.



Caspar David Friedrich. Estudios de árboles, 1809.


Supongo que todo gusto esconde/revela un síntoma y una huella, un pasado mitológico, un retal para confeccionar la manta que nos cubrirá dando sentido a todo este trajín. Un sentido... ¿Por qué esa atracción por el pequeño dibujo de las ramas secas y los cardos, los árboles suspendidos en el aire? ¿De qué síntoma?.

Siempre fui un pésimo dibujante. De hecho me resulta difícil imaginarme con un lápiz en la mano. Mis manos nacieron para estar vacías, esperando a lo sumo la conversión en sarmiento reumático como dicta la genética. ¿Compensa mi espíritu esa deficiencia motora con la perplejidad que se ruboriza ante el pequeño dibujo? ¿Veo en el dibujo mi destino como culminación de mi infantil impericia trasladada al más allá?

Pero seamos serios: ¿ por qué mi rechazo a las raíces si también son hijas del grafito y más evocadoras de consistencia?¿Por qué me golpea el centro de mi inteligencia una rama suspendida en el aire, un fractal debilitado, esa artesanía del caos que define el árbol pelado?. ¿Quién eres monito de Marc?. Si el verdugo me despellejara y levantara mi piel me mostraría como esas ramas...

Es síntoma. La inteligencia quiere traducir en palabras y en tesis esa emoción que circula desde el corazón a los ojos - literalmente, físicamente, como hilos que me apretaran provocando un ligero dolor en la víscera --- ¡¡una sensación tan distinta y, sin embargo, tan similar a la del dolor por las decepciones, por la ausencia de motivos de orgullo!! ¡¡Tan cerca de la búsqueda del disparo de nieve o el apagamiento químico del ansiolítico!!.

Estudio de árboles y rocas, montañas Catskill
de Asher B. Durand, ca. 1849, grafito sobre papel gris-verde.

Lo que me atrae es síntoma, huella y destino de estrella. Los otros, las personas que amo y quiero son también síntoma de mi yo no por debilitado y frágil menos omniabarcante. El mundo como mi cuadro clínico. Por eso amo el arte plástico.

Los pequeños dibujos de grafito sobre papel gris-verde son mi alma.

(Nota: Bicéfala es consciente de la idiotez y la tontería de este escrito. No se hace responsable de las gilipolleces del yo - por muy suyo que sea - y anota que la exposición de Asher B. Durand está en la Fundación Juan March. La Bicéfala sabe que la labor de mecenazgo de esa institución esconde oscuridad, todo lo que en la anterior nota denunciaba como intermedio del NO. La Bicéfala sabe que los otros y los dibujos no son síntomas de nada porque no existe el síntoma salvo como autoengaño del alma que quiere convertir su fluir en tara, enfermedad o alma sensible. La Bicéfala sabe que el cuento del Gatito sin cara sigue pendiente y que eso es realmente lo importante... para el gatito).

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