Me da miedo pensar que sólo manteniendo mi alma extremadamente débil puede mostrar algún atisbo de eso que ha dado en llamarse humanidad.
No es ilusión especulativa suponer que si logro superar la actual fase de agotamiento y oquedad, focalizaré la ira y la venganza, el rencor y la malizia, en aquellos que fueron las causas de mis anteriores sufrimientos. Fijar causalidades me parece injusto pero sé que es lo que corresponde a las exigencias de sanación.
A veces creo que estas reflexiones sólo son desviaciones de mi personal tara. Sin embargo, supongo que es perfectamente imaginable que estos estados de ánimo y estas perspectivas pudieran aplicarse a todos los miembros de la especie.
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EVERYTHING IS CONNECTED. "Ponen" en TV la película Syriana. No logro terminarla. Por un lado me desestabiliza George Cloonney. Su grosor abdominal y ese rostro esférico apuntalado por la barba canosa. La obsesión por narrar y lanzar a los cuatro vientos su informe que choca contra la sordera de los intereses creados(¿Intereses creados?). Clooney fija causalidades y sabe lo que se cuece. Sin embargo no salva. El misil que pierde en sus trapicheos choca contra su retaguardia como la tecnología derriba torres.
Por otra parte, y en segundo lugar, lo descrito en la película, la conexión paranoica entre el niño electrocutado, el príncipe reformista o los inmigrantes paquistaníes, me provoca náusea. Siento que el mundo quizás es así. No me gusta la verdad. Y pienso en la gente... tan débil como un George Clooney cebado con hamburguesas paquistaníes.
Retomo la idea: ¿sólo la debilidad nos mantiene en los pecios de la humanidad naufragada?
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Inicia J.L Brea un artículo con esta cita de Slavoj Zizek:
“Las ideas dominantes no son nunca directamente las ideas de la clase dominante.”
Para complicar más las cosas el discurso hegemónico puede ocultar sus patitas de lobo entre los fulares del antisistema y otras radicalidades. Siempre la misma pasión por el ocultamiento que denunciaba Heráclito. ¿No soy el más sincero y honesto de los hombres si me niego a fijar las causas, si no focalizo mi odio y mi malizia en aquellos que provocaron mi dolor? ¿O soy, por lo mismo, el más grande de los estúpidos?
Por lo mismo: nunca llegarás a nada.
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Recorro el polígono industrial buscando una bisagra para la tapa del váter. Llevo quince años en esta ciudad y creo que nunca había paseado por ese lado, bordeando la factoría Michelín. En el día gris y con un viento horrible - ¡¡ me gusta!! - me salen al encuentro numerosas imágenes: tubos metálicos y árboles que parecen brotar de las chimeneas subterráneas. En una construcción casi perfectamente cúbica y no muy grande un cartel avisa: atmósfera explosiva. Precaución. Hay piscinas que supongo funcionales y un operario está encaramado en la cima de una estructura tubular con su chaleco reflectante.
La estética industrial me trae a la memoria la infancia. Me siento hijo de la era industrial y tecnológica, de la sociedad de la imagen y la rebelión de las masas. Desde el inicio recuerdo la TV y los tubos y la grasa industrial y el olor a mono azul. Sin embargo no entiendo lo que las cosas del mundo me están contando (¡y quizás sea importante!). Me joroba no entender a las cosas.
Creo que el arte es sólo la cartilla preescolar del nuevo lenguaje de las cosas que las sucesivas revoluciones usa para describirnos el futuro. No es que el arte fracase. Es de un primario que flipas comparado con el mundo que nos rodea.
Necesitamos urgentemente inteligencias que nos lean el mundo de las imágenes.
Alguien tiene que fijar causas como Rimbaud hablaba de fijar vértigos.
Mientras la mayoría vive en la debilidad preservando tontamente eso que se dio en llamar la humanidad.
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Y el Gato sin carita. Un día más.
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